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El futuro de Europa es Atlántico

    LA Unión Europea es el escenario de nuestras oportunidades, es la garantía de que disponemos para poder seguir avanzando en el bienestar y el desarrollo. La UE es, afortunadamente, un camino sin retorno que nos aferra a la vanguardia y nos fortalece ante los retos del futuro.

    Pero es una realidad que la UE tiene, con frecuencia, una visión excesivamente centrada en el Mediterráneo, el mar compartido, el Mare Nostrum. Desde luego, no falta razones culturales y económicas para justificar esta visión. Y en España también ha prevalecido esta tendencia y, desde los centros de decisión, siempre se ha visto más hacia el este, la Europa Mediterránea y Central, que hacia el oeste: la Europa Atlántica.

    La consecuencia de esta visión ha sido el alto nivel de desarrollo de las infraestructuras en el triángulo Madrid, Andalucía, Cataluña: autovías y autopìstas, los primeros trenes de alta velocidad, el corredor mediterráneo de transporte por ferrocarril, los principales aeropuertos...

    En la actualidad, el principal Estado de la Europa Atlántica, el Reino Unido, ha abandonado la Unión Europea y otro tan importante como Noruega hace ya tiempo que se negó en referéndum a entrar. Es algo que da que pensar...

    No hay duda de que es necesario profundizar en una “visión Atlántica” de Europa. El Océano es un escenario principal del comercio global y el espacio de relación entre dos potencias mundiales condenadas a entenderse. Sin duda, ese momento va a llegar.

    Pero, mientras, las zonas europeas Atlánticas integradas en espacios considerados “mediterráneos”, sobre todo Portugal y Galicia, han sufrido las consecuencias de esta visión.

    El futuro de Europa pasa (y llega) por el Atlántico. Portugal así lo ha entendido, y se ha empeñado en defender que su salida “natural” hacia Europa debe producirse por Galicia. Tiene todo el sentido y parece un buen posicionamiento estratégico.

    Pero el Gobierno de España no lo ha entendido así. Muestra de ello es la diferente velocidad con la que avanzan el corredor mediterráneo y el corredor atlántico de ferrocarril para mercancías; o las reticencias para incluir al noroeste en las planificaciones europeas para el transporte intermodal; o la falta de soluciones de continuidad para el AVE Vigo-Oporto.

    Galicia y Portugal, unidas por mucho más de una cuestión geográfica, deben plantear conjuntamente una solución de futuro para sus infraestructuras de transportes y el Gobierno de España debe participar de esta estrategia.

    No solo para evitar el aislamiento de esta región europea, sino por la oportunidad que representa de cara al futuro en el contexto europeo y mundial.

    28 sep 2022 / 22:18
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