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El ‘milagro’ de Madrid

    A expensas de que una inesperada, aunque nunca descartable, noche de cuchillos largos lo impida –a semejanza de la que se propició en la víspera del 14-M–, Isabel Díaz Ayuso logrará mañana la victoria en los comicios de la Comunidad de Madrid y lo hará con el suficiente apoyo como para seguir al frente de la Autonomía más puntera. Lo dicen catorce de las quince encuestas publicadas –incluir la del CIS de Tezanos sería un insulto a la inteligencia–.

    Que el triunfo de Ayuso lo sea hasta el punto de doblar los anteriores resultados y próximos a la mayoría absoluta supone un hecho insólito, más por producirse en medio de una pandemia y desde una presidencia que no hace mucho era carne de cañón de memes en las redes sociales por sus ayusadas.

    Como parece que el vuelco electoral nada deba al PP de un desnortado Pablo Casado, permanentemente inscrito en la circunferencia del relato izquierdista, habrá que recurrir al proverbio bíblico de “por sus obras los conoceréis” para explicarse el milagro que se espera para mañana y que no es sino traslación del otro “Milagro de Madrid” que reflejan las estadísticas económicas.

    Un comportamiento del poder ante la actividad económica que resumía hace unas pocas semanas el actual consejero de Hacienda y Función Pública del Gobierno Ayuso, Javier Fernández Lasquetty, y que se concreta en dieciséis años consecutivos de bajada de los impuestos, que a lo largo de todo ese tiempo “supuso para una renta media de 20.000 euros al año un ahorro total de 60.000 euros en impuestos –el equivalente a tres años completos de ingresos–, dinero que en manos del ciudadano ha favorecido la inversión, el ahorro, el consumo y, en general, la actividad económica generando a su vez riqueza con la consiguiente generación de recaudación tributaria”. Un montante global que alcanzó los 53.000 millones de euros.

    La contención de la presión fiscal ha llevado a que desde otras comunidades se hablara de dumping fiscal, obviando que Madrid tiene las mismas reglas que las demás y queriendo impedir –el Gobierno Sánchez se lo propone por vía legal– la eficacia de una política en favor del ciudadano, singularmente en los impuestos de sucesiones o donaciones, que en una comunidad como Asturias –para una herencia media que en Madrid se fija en 160.000 euros– implica un desembolso de 2.200 euros, cien veces más que los 22 euros que paga un madrileño.

    Pioneros en la liberalización de los horarios comerciales y desde una decidida apuesta por la propiedad privada, la Comunidad suprimió la exigencia de muchas licencias urbanísticas para sustituirlas por declaraciones responsables, está revisando la planificación obsoleta de los usos del suelo y acaba de establecer una línea abierta contra la hiperregulación administrativa. Y entre sus medidas de inmediato figuran la apuesta por un mercado único, reconociendo a toda empresa las autorizaciones legales de que disponga en otra comunidad, y reduciendo en medio punto el impuesto sobre la renta.

    Medidas todas que la sitúan al frente de las comunidades con mayor progreso, más generadoras de empleo y, por si fuera poco, siendo la más solidaria, con la aportación del 68 % del total del Fondo de Garantía de los Servicios Públicos Fundamentales que benefician a las catorce comunidades con menos recursos. Medidas todas que hablan, con razón, del Milagro de Madrid.

    03 may 2021 / 01:00
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