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El Principio de Hanlon

    EXISTE un principio de origen humorístico conocido como el Principio de Hanlon, o La Navaja de Hanlon, que reza “nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez”. Este aforismo refleja bastante bien lo que sucede en algunos ámbitos de nuestra política, donde si un político saca adelante una ley perjudicial para todos, hay muchas posibilidades de que sea un político malvado, pero desafortunadamente hay muchas más de que, simplemente, no sabe nada de lo que está legislando. Juzgue el lector.

    El Consejo de Ministros aprobará estos días el currículo que ha preparado el Ministerio de Educación para la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), en el que se confirman las tendencias disolventes que la izquierda aplica de forma cíclica al sistema educativo. Basta con recordar que se introduce la polémica perspectiva de género en todas las materias (incluidas las técnicas y científicas) privilegiando la enseñanza de determinados valores morales frente a la propia enseñanza de las materias del currículo.

    El proyecto, redactado con la vaporosa prosa pedagógica habitual (se habla de “aprendizaje competencial, autónomo, significativo y reflexivo”), pretende que los alumnos simplemente “sepan aplicar” lo aprendido.

    La idea de que la enseñanza debe ser una sucesión de charlas amables a niños y jóvenes, exentos de cualquier responsabilidad consigo mismos, resulta tóxica para un país con una tasa de paro juvenil tan insoportable. ¿Qué incentivo tendrán los alumnos para esforzarse si una simple evaluación final colegiada del equipo docente de su centro bastará para que pasen de curso, aunque hayan suspendido todas las asignaturas?

    Cualquier proyecto de país competitivo, ambicioso y productivo fracasa en su planteamiento más básico si la educación de sus jóvenes se convierte en laboratorio de ideas y mero ejercicio político de adoctrinamiento. No podemos seguir despreciando el desenvolvimiento de la memoria (su desarrollo facilita el funcionamiento de la inteligencia) y seguir hurtando a los estudiantes la idea de que no hay éxito escolar sin trabajo, esfuerzo y superación personal.

    Recientemente, Henry Giroux tildaba de “estupidez pedagógica” el debate educativo, por estar centrado en los métodos y no en el sentido. ¡Lo importante es lo que se enseña, no el cómo se enseña! Se trataría de crear personas cultas y el único camino para conseguirlo sería inculcarles hábitos de trabajo y estudio.

    Tristemente la educación en España perdió el norte hace mucho tiempo, al quedarse en manos de algunos adanistas que pululan por la política con actitud de adolescentes, negando de manera pueril los progresos que se hayan hecho anteriormente y pensando que “el mundo vivía en las tinieblas antes de nacer ellos”.

    29 mar 2022 / 01:00
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