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El problema de los residuos no orgánicos

    CUALQUIERA que esté medianamente informado estará harto de leer en la prensa la enorme cantidad de residuos no orgánicos que generan los envases de cristal, metálicos, de cartón o de plástico, de los que diariamente nos deshacemos los consumidores. He leído que se va a pagar por los envases de aluminio que se entreguen para reciclarlos.

    Los mas agoreros nos dicen que, si no se le pone remedio, esto va a acabar con el planeta. Los mas incautos, que la cosa no tiene mayor importancia. Fuera de alarmismos o despreocupaciones irresponsables, lo cierto es que es una solemne guarrería ir dejando los envases de lata, vidrio, cartón o plástico en cualquier lado. Lo correcto, naturalmente, es deshacernos de esta basura inorgánica de la forma correcta.

    Pero esto es un problema que ha creado la industria con la permisividad, cuando no la complicidad, de las autoridades. Si hay tal cantidad de residuos inorgánicos en la actualidad, los culpables no son los consumidores. Hemos visto a lo largo los años, la generación y agudización del problema que genera los residuos no orgánicos.

    Cuando era niño, en Granada, la basura la recogían todas las mañanas, de madrugada, los basureros. Todos procedían de un pueblo cercano que se llama Armilla. Estaban organizados por barrios de tal manera que cada uno retiraba la basura doméstica de unas calles determinadas. Iban con carros arrastrados por mulos o burros en los cuales vertían la basura. Una vez terminada su labor retronaban a Armilla, separaban los poquísimos residuos no orgánicos, algunas latas de conserva, que vendían en las chatarrerías. El resto, orgánico, lo transformaban en abono. Esas eran sus ganancias. Por retirar la basura no cobraban nada. Todo se reciclaba de forma natural.

    En aquella época la leche que se consumía en las casas la llevaban los propios vaqueros y cabreros o en ocasiones lo hacían repartidores. La leche se recogía en cada casa con unos recipientes especiales para hervirla. Ese no era precisamente el método más higiénico, por lo que se crearon las centrales lecheras. La de Granada, creo que fue la segunda en antigüedad de España, es la Puleva (Pura Leche de Vaca). Este año cumple 63 años de existencia. Los gobernantes prohibieron que la gente se surtiera de la forma tradicional, sancionando con fuertes multas a los vaqueros que siguieran llevando directamente la leche a los consumidores. La leche la vendía Puleva en botellas de cristal, que había que devolver para después de limpias e higienizadas reutilizarlas. Por lo tanto, salvo que por accidente se rompiera la botella, no se desechaba. Luego salió la moda de vender la leche en envases de plástico o de cartón y comenzó a generarse una cantidad de basura no orgánica cada vez mas grande..

    Con la cerveza y los refrescos pasaba lo mismo, las botellas se reutilizaban. Un día, hará 30 ò 40 años, una marca de cerveza –no recuerdo cual-, comenzó a vender la cerveza en botellines de cristal no retornables. Algún ingenuo pensó que esa marca era tan generosa que le regalaba a uno el botellín y por lo tanto no había que molestarse en devolverlo. Bastaba con tirarlo a la basura. Esa cómoda costumbre se generalizó en todas las marcas. Hasta entonces la cerveza que se compraba para la casa venía en unos pequeños cajones de madera con 25 botellines. Una vez consumidos, los llevaba uno a la tienda, los devolvía y se llevaba uno otros 25, o le reintegraban el importe de los cascos vacíos. Ahora paga uno el botellín, no le reintegran su precio y hay que deshacerse de él correctamente, porque en caso contrario corre uno el riesgo de ser multado. Con el aceite y los refrescos pasa lo mismo, todo se vende en envases no retrornables. Los fabricantes comenzaron a vender la cerveza y los refrescos en recipientes metálicos, lo que agravó el problema. Y no digamos nada con el café en cápsulas.

    Por lo tanto, se ha creado un serio problema con los envases no retornables, que antes no existía, de cuyo desecho reglado son responsables los consumidores, que no demandaron ese tipo de envases. Los que generaron el problema, las empresas, se desentienden de él y lo único que hacen es ahorrarse los costos de recogida, limpieza e higienización de las botellas para volver a utilizarlas. No les preocupa, hacen otras nuevas que le cobran al consumidor que ya se encargará de ponerlas en el correspondiente contenedor, para reciclarlos sacando un beneficio, Bonito negocio es el de crear un problema que no existe y lucrarse luego resolviéndolo.

    18 oct 2021 / 01:00
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