El sentido de la justicia
QUIENES conocemos y convivimos con juristas, bien sean abogados, jueces o expertos en Derecho de la más diversa índole, o simplemente nos atrae el mundo de la judicatura, somos conscientes de la prudencia que, salvo raras excepciones, caracteriza a estos profesionales. Conocemos su capacidad de escucha y reflexión; y su sentido de la proporcionalidad y el garantismo.
Comprobamos el cuidado con el que manejan el lenguaje; y somos testigos de su afán por estar al día en jurisprudencia y doctrina. Por eso nos sorprende, e incluso escandaliza, la ligereza y frivolidad con la que ciertos miembros del actual Gobierno de España formulan leyes sin considerar las consecuencias de la aplicación de dicha legislación.
El último caso ha sido la ley del “Sí es Sí”; pero se está alertando ya al Ejecutivo sobre las incoherencias y peligros de otras, como la que pretende anular el delito de sedición, la ley Trans, o la ley de Bienestar Animal. No dudamos que algunas de estas leyes tengan una loable intención. Tampoco que otras tengan un carácter más espurio. Pero todas han de ser adecuadamente formuladas; y su redacción debe considerar al detalle su posterior aplicación. Ante los evidentes errores de la mencionada ley del “Sí es Sí”, y los que se prevén en las que se están gestando, sería bueno escuchar el consejo de los especialistas, recabar su consenso, y respetar sus informes.
Se equivocó la diputada de Vox al llevar al terreno personal el debate con la ministra de Igualdad, y desenfocar así el problema. Pero yerran también en Unidas Podemos al intentar capitalizar su condición de víctimas de ‘violencia política’, pues ellas mismas violentaron verbalmente a los jueces, mayoría mujeres, tachándolas de machistas, al igual que hicieron con numerosos periodistas.
Más aún; deberían asumir que las lagunas de su ley violentan y agreden doblemente a un buen número de mujeres que se sienten ahora desprotegidas y ninguneadas. Y toda defensora de la igualdad debería ocuparse de que esa circunstancia no se produjera nunca.
Más honroso hubiera sido para el ministerio de Igualdad ponerse manos a la obra y corregir la situación actual, como le sugería la oposición e incluso ministras socialistas, en lugar de provocar una nueva disensión en el seno del feminismo, como pudimos ver en las manifestaciones del pasado 25 de noviembre.
Si no fuera por la angustia, la frustración e incluso la inseguridad que están provocando en un nutrido grupo de víctimas de violencia de género, que ven cómo se acortan las penas de sus agresores, la polémica hasta podría servir para forzar en el actual Ejecutivo el regreso a la prudencia y a la experiencia.
Quizás hasta se consiguiese que futuras leyes como la ley Trans, la de Bienestar Animal, o la reforma del Código Penal para eliminar el delito de sedición y reformar el de malversación, se formulasen con el cuidado que merecen, y respetando siempre el sentido de la justicia.