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Reseña Musical

El tenor Maximilian Schmitt y el pianista Gerol Huber: Los Schumann en el “Ciclo de Lied”

    Un monográfico dedicado a Clara y Robert Schumann en el “Ciclo de Lied”, programa en colaboración de la temporada del Auditorio con “Amigos de la Ópera de Santiago” y que tendremos en el Auditorio de Galicia-20´30 h.-, contando también con el especialista Luís Gago para la sesión “Conversando con...19´00 h, musicólogo que viene de participar la semana pasada en el programa “Amanecer con la Música Antigua, de la Fundación Juan March, en un diálogo con Francisco Tristano, para un espectáculo vanguardista, compartido con “Falcon Muse Creative” (diseño artístico); Ruth Baches (concepto y dirección de arte) Breno Rotatori (video) y Sergi Prat (iluminación), sobre obras del propio Francisco Tristano, en su confluencia con G.Frescobaldi, Orlando Gibbons y J.P. Sweelinck. El tenor Maximilian Schmitt se formó en la Universität der Kunste Berlin, integrándose pronto en la Ópera Bávara de Jóvenes, en donde siguió los consejos de Ann Murray y Robert Dean Smith, para continuar en el Landestheater de Salzburgo, probando con roles preferentemente mozartianos y en el Teatro Nacional de Mannheim, en donde probó con roles que iban desde Wagner a Tchaikovski. Fue dirigido por maestros como F.Welser-Möst, Helmuth Rilling, P.Herreweghe, Fabio Luisi o Trevor Pinnock.

    El pianista Gerold Huber estudió en la Hochschule für Musik und Theatre de Munich, teniendo como principal maestro de piano a Friedmann Berger y en el espacio de canto a Helmuth Deutsche y al cantante Christian Gerhaher, con el que mantendrá una relación artística de actividades concertísticas, como las recientes en el Rheingau Musik, dedicado en a Gustav Mahler, destacando especialmente “Das Lied von Erde”. También siguió masters vom D.Fiescher-Dieskau, al tiempo que en calidad de repertorista, mantenía colaboraciones con cantantes de la talla de Bernarda Fink, Franz Josep Selig, Cornelia Kallisch o Diana Damrau. Participó en el proyecto “Liedetefel”, auspiciado en 2012, por J.Taylor, Christian Elsner, Michael Volle y Franz Joseph Selig.

    “Poemas y canciones”, en torno a los Schumann, Clara y Robert, ella, al igual que Fanny Hensel, había descubierto a costa de sí misma, que tanto la naturaleza como la cultura, se esgrimían para oponerse a la labor compositiva de las mujeres. Cada año que pasaba, las posturas se volvían más inconmovibles y en su época, ella intentaba proseguir su actividad como compositora, ya que la música escrita para triunfar en su interpretación, era objeto de una censura cada vez más severa. Se la equiparaba con la figura de una artista diletante y de aficionada, con intención de banalizar su talento artístico. En contraste con su adorado Robert, pensaba que la única manera de adquirir una cultura musical seria, exigía olvidarse de los gustos del público, que acudía a los conciertos para asistir a una exhibición de virtuosismo, sin importarle las obras elegidas, siempre y cuando fuesen de lucimiento. Era la faceta de Clara, como dotada pianista, que no dejaba a un lado el cuidado de las intimidades del “lied” del que se nos ofrecerán algunos de los seductores florilegios.

    Clara vivía el tiempo de Pauline Viardot, Livia Frege, Wilhermine Schöder-Devrint o Jenny Lind, y sus “Lieder” no estarán al margen de las modas del momento, dejando delicadezas como “Sie liebten sich beide” o “Ich stand in dunklen Träumen”, primera del “Op. 13”, un conjunto compuesto entre 1840/3, sobre la poética de H.Heine, tan apreciada por Robert al que dedicará el “lied” como atención navideña, con una cita entrelineas del “Carnaval”. Los “lieder” de este grupo, se caracterizan por el uso de unas tonalidad veladas, y en el que destacan las piezas “Ich hab´in deinem Auge”, sobre texto de Rükert; el candente “Liebeszauber” o “Der Mond kommt still gegangen” y “Die stille Lotosblume”. “Loreley”, será un detalle a mayores de Clara, en esta faceta en la que no pareció recibir la consideración que disfrutaron Fanny Mendelssohn o Alma Mahler, aunque con todo, supo trabajar el espacio del canto, del que descubrimos también una colección de “lieder” dispersos, de notable interés o el grupo de los “Sechs Lieder aus Jucunde Op. 23”, que remiten en lo literario a Hermann Rolett, en una dedicatoria a a Livia Frege, una cantante apreciada por Robert y Mendelssohn.

    Robert Schumann, con dos de sus ciclos fundamentales, “Dichterliebe Op. 48”, el más frecuentado en el género y un tratamiento de la poética de Heine, como pocos supieron abordar, logrando una unidad que se manifiesta en la serie de fugaces episodios hasta encumbrar la identidad del protagonista en su evocación de la amada, una dedicatoria para la soprano Ernestine Schröeder-Devrient, musa de la lirica alemana. El ciclo, con todo, se ofrece a todo tipo de intérpretes. Una estructura muy ceñida que revela claramente la unidad musical de su conjunto, abriéndose con tres piezas alegres y luminosas, que manifiestan la dicha primaveral, para continuar con tres piezas serias y melancólicas, que cambian el estado de ánimo, en esa perfecta asimilación del poeta por parte del compositor. La sección siguiente, resulta la más memorable para confirmarse en la siguiente dentro de una aureola dramática, profunda y demoníaca, a la par que triste. La quinta parte, ofrece tres “lieder”, con profunda relación intima, en su ironía y amargura, siendo la sexta y última, la perfecta sublimación provocada por la tristeza de la separación.

    El “Liederkreis Op. 24”, un primer ciclo y que remite igualmente a su admirado Heine, en su “Libro de canciones”, con la figura presente de su querida Clara, en unas piezas que nacen desde el teclado con arrebato melódico, aunque esa dependencia de primerizo, manifiesta el arte ya en sumo grado y madurez, merced al medido estudio de la poética tratada, textos que en sí mismo, reclaman ese planteamiento en forma de canción, en parte por la obsesión del amor romántico, en una persona ciclotímica como Schumann. Ciclo por excelencia, es frecuente en las programaciones de temporada. Un testimonio de primera mano, lo recibimos por el análisis de Denis de Rougemont, en su obra “El amor y Occidente”, en el que describe detalladamente aquella tradición amorosa occidental como una enmascarada religión heterodoxa, de origen oriental, que se cristaliza en los poetas medievales de la llamada “cortesía”. La mujer amada, cercana a la pasión, pero inalcanzable, como objeto de gozo penoso.

    Otros “Lieder” schumanianos, serán “Dein Angesicht”, segundo del “Op. 127”, los conocidos como “Lieder un Gesäng” de publicación póstuma como “Op. 142”, grupo de piezas muy cercanas al “Dichterliebe” y que revelan sus estados de ánimo en cada uno de ellos, desde “Es leuchtet mein Liebe” a “Sängers Trost”, o “Mädchen-Schwermut” o “Schlusslied des Narren”. Al “Op. 53” de “Romanzen und Balladen”, corresponde “Der arme Peter- Heine-, una especie de miniatura en tres partes, compuesta en 1840, destaca la soledad del personaje, el pobre Peter, víctima de la exclusión social en medio de un ambiente festivo. Al ciclo “Myrthen Op. 25”, pertenece “Was will die einsame Träne?”, de nuevo la poética de Heine, en su vena inimitable, en este ciclo de 26 “lieder”, que conforman “Myrthen”, un regalo a su querida Clara.

    27 oct 2022 / 01:00
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