Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

El tiempo

    CIENTÍFICOS, escritores, filósofos, pensadores han mostrado su interés por este concepto y los seres humanos usamos habitualmente expresiones nacidas de la sabiduría popular, como: “el tiempo es oro”, “no tengo tiempo para nada”, “se me pasa el tiempo volando”, “no sé qué hacer con el tiempo”, “el tiempo lo cura todo” o “dar tiempo al tiempo”.

    El tiempo es vida, un tesoro que, a veces, se nos escapa como lo hace el agua cogida con las manos, y no deja rastro cuando se evapora. Goethe decía: “Qué insensato es el hombre que deja transcurrir el tiempo estérilmente”. Es un bien irrecuperable.

    Dar tiempo al tiempo significa ejercitar nuestra capacidad de espera, someter a prueba la paciencia y mantener la esperanza de que algo positivo sucederá o desaparecerá aquello que nos angustia.

    El tiempo siempre es una goma para borrar recuerdos desagradables, que exige, no sólo su transcurso, sino también nuestra colaboración decidida cuando la mente se regodea malsanamente en el dolor. Cervantes lo decía de forma llana: “No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe”.

    El tiempo nos pertenece y su destino debería ser compartirlo con los demás y, naturalmente, dedicarlo provechosamente a uno mismo, sin que esta actitud deba calificarse de egoísta, pues todos necesitamos un tiempo y un espacio de libertad personal.

    El tiempo sólo le falta a quien no sabe aprovecharlo; quien mejor administra su tiempo es el que más cosas hace. El tiempo suele colocar a cada uno en su sitio y la verdad suele resplandecer, aunque con frecuencia la ansiedad nos corroa y nos impida esperarla con sosiego.

    En el mundo de hoy son muchas las personas que no saben “perder su tiempo” a solas, en silencio; situación aparentemente paradójica, pero que genera calma y armonía y es imprescindible en la sociedad de las prisas.

    Algunas actividades nos exigen un tiempo heroico, el minuto heroico, para hacer aquello que es necesario hacer, pese a la fuerte tentación de olvidarlo por pereza o dificultad. El reloj es la mala conciencia del tiempo perdido o no utilizado adecuadamente; obviamente, tampoco debemos ser sus esclavos.

    En la niñez y la juventud no suele pensarse en el tiempo, el tiempo fluye lentamente, porque instintivamente lo consideramos inagotable y corremos el riesgo de dilapidarlo. El joven vive con zozobra su transcurso, porque le parece que nunca alcanzará aquello que sueña: la libertad, la independencia, el amor, ...

    Cuando llega la vejez el tiempo nos arrolla, nos arrastra, pasa en un suspiro y nos parece que la vida ha sido sólo un sueño, una ilusión.

    22 oct 2022 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito