El viaje más largo, el peor pagado
SIN duda una de las mayores gestas del ser humano fue la primera circunnavegación, iniciada por Fernando de Magallanes con cinco naves y doscientos treinta y nueve hombres; rematada por Juan Sebastián Elcano al mando de la nao Victoria y diecisiete tripulantes (a los que más tarde se sumaron doce retenidos en Cabo Verde y cinco apresados por los portugueses).
Para hacernos una idea a día de hoy, pensemos en un viaje espacial de tres años. Magallanes era un noble portugués, un navegante con experiencia en el Índico desencantado con su rey, Manuel I el Afortunado. Elcano un marino español, de Getaria, curtido en el Atlántico y el Mediterráneo. Si hemos de ser sinceros el primero en circunnavegar el planeta fue Enrique de Malaca (o Moluca), esclavo e intérprete de Magallanes; pero no en un mismo viaje. Por eso –y porque el esclavo no lo tenía– fue Elcano quien lució en su escudo “Primus circumdedisti me”.
Corría 1522 y un español ponía perspectiva y forma al globo terráqueo, pues la idea del portugués –el objetivo de su empresa– era abrir otra vía a las islas de las especias, viajando hacia el oeste. Un hito sin parangón del que el marino de Getaria es plenamente consciente cuando informa al rey Carlos l desde Sanlúcar de Barrameda. Una misiva en la que tutea al monarca, le pide el mando de la Armada y el hábito de la Orden de Santiago, entre otras compensaciones. Una entretenida lectura lo que hay publicado sobre la expedición, en gran medida gracias al italiano Antonio de Pigafetta, que estaba entre los que concluyeron el viaje.
A poco más de un año para el 500 aniversario, si fuésemos ingleses estaríamos con los preparativos para conmemorar como se merece tamaña efeméride. Pero en España, ni los reyes estuvieron a la altura de las gestas de sus súbditos (véase el pago cicatero que recibieron Elcano o Hernán Cortés sin ir más lejos), ni forjamos una conciencia colectiva de patria. Así, a través de los tiempos, vamos edulcorando nuestra historia y cogiendo con guantes de látex nuestros logros, víctimas de un crónico e infausto revisionismo a la baja para blanquear nuestra andadura histórica.
Eso sí, aquí, cuando demagogia
política y oportunismo social van de
la mano volvemos a las altas cotas; pero de zafiedad y bochorno. Todavía debe andar por las redes sociales un video de 1991 en el que la réplica de
la nao Victoria, construida con moti-
vo de la Expo 92 de Sevilla, vuelca en su botadura y hasta Curro –la mascota– salió nadando ante los ojos de medio mundo.