Endogamia
LA trayectoria ventajista del PP, en relación con la organización y administración de la justicia, y la tardía dimisión de Carlos Lesmes han arrojado contra las cuerdas a Alberto Núñez Feijóo casi sin darle tiempo a encontrar una solución personal en relación con los despropósitos alrededor del CGPJ. Suponiendo que pudiera construir algo nuevo. De Rajoy a estos días el PP ha cambiado de rumbo, trucando el digo por el Diego, en función de sus intereses de partido al menos cuatro veces. De ahí que esté más que asumido el interés partidista por controlar los mecanismos del Poder Judicial. El bloqueo de los últimos cuatro años ha sido palmario.
El deterioro generado en la imagen de la administración de justicia, además de indignar a magistrados, jueces, abogados y cuantas personas trabajan en tribunales y juzgados, ha sembrado la desconfianza más absoluta en la ciudadanía. En los últimos años el CGPJ se ha convertido en un teatrillo de intrigas y ambiciones inadmisible. Si hoy desapareciera el público aplaudiría. Entre otras cosas porque es absolutamente prescindible. Sus funciones administrativas y de representación pueden ser ejercidas por el Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional y los Tribunales Superiores de Justicia con más eficacia. En otros países de Europa, como Alemania, no existe este organismo.
La independencia de la justicia está en entredicho y la propuesta de Casado, ahora remasterizada por Feijóo, de que los jueces elijan en exclusiva a los jueces sería un atentado contra la independencia democrática del Poder judicial. Un peligroso ejercicio endogámico inaceptable por el pueblo soberano del que deben emanar los tres poderes del Estado. Imaginen que a los parlamentos, cortes y ayuntamientos los representantes llegaran a perpetuidad por oposición. Calculen que los poderes ejecutivo y legislativo estuvieran presos de ese sistema propugnado para el de la justicia. ¿No les huele a un tufillo sospechoso?
A mí, sí. Además, la endogamia genera decadencia en todos los apartados de la vida, pública y privada. Revisen, si no, la historia de monarquías como las de los Austrias o los Borbones. Tan cercanos a nosotros.