Ese hombre para Año Nuevo

LA Navidad es acontecimiento femenino por serlo materno; masculino por ser varón el recién nacido y por la figura paterna que protege a madre e hijo: ese es José de Nazaret.

José protagonizó una peli
de aventuras: monta un paritorio de emergencia en una cuadra para una mujer en parto a la que se niega un lecho. Se convierte en fugitivo para evitar el asesinato del niño y se hace emigrante de urgencia en un país extranjero. Enseña y alimenta al muchacho, que a los doce años le gasta una partida serrana cuando se le escaquea cuatro días durante una excursión. José es una ilustrativa figura masculina de padre, que completa la de la madre nutricia.

Una variante del feminis-
mo rabioso identifica lo masculino con machismo. Y lo ve como una copia defectuosa
de la mujer cuando él concilia en casa. La colaboración del hombre en las labores domésticas y educativas de los hijos debe ser reconocida por su mujer, que muestra admiración, sin críticas o correcciones constantes. Así se sienten valorados y colaborarán más fácilmente, sabiéndose necesarios y queridos.

Su ausencia tiene efectos negativos sobre hijos e hijas. Los internados en centros de desintoxicación, o los que han abandonado el colegio, los que experimentan el fracaso escolar, padecen patologías, trastornos de personalidad o mayores problemas con drogas son en porcentaje alto quienes carecen de la figura del padre.

Cuando este está ausente por defunción, motivos de trabajo o por guerras, su presencia simbólica se da por medio de la madre: el niño crece sabiendo que hay una figura paterna a la que hay que respetar. Si esta ha sido eliminada deliberadamente, el mundo tartalea.

En el espacio católico el año que empieza está dedicado a san José: vea la Carta Patris Corde de papa Francisco. Y sea ocasión para ahondar en la figura del varón en la familia.