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Europa pierde la inocencia (una vez más)

    LA entrada en la Unión Europea es, junto con la aprobación de la Constitución del 78, el acontecimiento más relevante para el desarrollo de España de los últimos dos siglos. La consolidación política de una identidad europea ha garantizado un progreso y un bienestar más o menos homogéneos, ha alejado fantasmas de un pasado marcado por las guerras y ha situado a la UE como uno de los principales actores del desarrollo económico mundial.

    Siempre he sido un firme defensor de la Unión Europea con lo que ello conlleva de renuncias a una soberanía territorial en aspectos como la economía, la ciudadanía y, también, la defensa. Creo, por encima de todo, en la soberanía de la libertad, de la justicia y de la democracia. Y esos son los valores que representa Europa.

    Dicho esto, el proceso de construcción europea ha estado condicionado por la creencia de que la caída del Muro de Berlín había significado también para Europa el final de las crisis económicas y geopolíticas. La Unión Europea creyó poder vivir en la neutralidad y a salvo de amenazas. Quiso ser la Suiza de los bloques mundiales de poder. Bienestar en estado puro. Curiosamente muy parecido a lo que China quiere ser en este momento: economía en estado puro.

    No puedo evitar recordar en este momento la frase de Churchill ante la política de apaciguamiento de Chamberlain (y Francia) frente a Hitler en Munich: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”.

    Putin es una amenaza para Europa. Y, lamentablemente, el devenir de los acontecimientos se podría parecer mucho al que se dio en los Acuerdos de Munich, cuando Europa cedió ante el afán de Alemania de anexionarse los Sudetes, entonces checoslovacos, porque “era un territorio de habla mayoritariamente alemana”. Como es el ruso el idioma mayoritario de Crimea y Donbás.

    La invasión de Ucrania pone de manifiesto lo importante que es que Europa afronte de una vez por todas una de sus asignaturas pendientes más perentorias: el avance cara a un espacio común europeo de defensa, más allá de la política Común de Seguridad y Defensa de “dos velocidades”.

    Ya no basta esa adhesión coyuntural y voluntaria que lo máximo que nos permite en un caso como este es comprar armas y enviarlas. Y la situación actual nos muestra también que la OTAN no es suficiente porque no siempre van a coincidir las estrategias requeridas por sus integrantes.

    Putin amenazaba expresamente a Europa cuanto dijo que ponía el alerta su arsenal nuclear. Y Europa, a día de hoy, no tiene mecanismos disuasorios comunes para responder a esa amenaza.

    09 mar 2022 / 01:00
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