Francia se revuelve
ES preciso tener la convicción de que no va a ocurrir nada que se salga de la norma para que un presidente salga de su
país cuando hay convocada una huelga general y manifestaciones de protesta en todo el país por un proyecto del Gobierno. Por ese motivo la presencia del presidente francés, Emmanuel Macron, en la cumbre bilateral entre España y Francia que culminó con la firma del Tratado de Barcelona, que confiere a nuestro país el estatus que ya tienen Alemania e Italia, tenía un significado mayor.
La huelga general y las manifestaciones que paralizaron buena parte del país en contra del proyecto del Gobierno galo de aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años fue todo un éxito de los sindicatos, que por primera vez en mucho tiempo mantuvieron la unidad de acción y han dado muestras una vez más de su potencia, junto a la ya acrisolada capacidad de la ciudadanía para defender lo que considera un derecho esencial de su Estado del bienestar, con una protesta que en este caso es transversal porque la inmensa mayoría de los franceses están en contra del proyecto. Aunque se da la paradoja que un 60% de ellos está convencido de que es necesario introducir cambios en el sistema de pensiones, pero al mismo tiempo más del 80% rechaza el modelo que quiere implantar el Gobierno francés.
Macron, en el caso de las pensiones trata de seguir la misma línea que han emprendido otros países, entre ellos España, para garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones y consolidar la solidaridad intergeneracional –en unos momentos en los que se ha incrementado la esperanza de vida– y que se pretende, al mismo tiempo, subir las pensiones más bajas. Como en otros países, la prolongación de la edad de jubilación va acompañada del aumento de los años de cotización para tener derecho al cobro íntegro de la prestación.
No es la primera vez que el presidente francés trata de introducir modificaciones en el sistema de seguridad social. En esta ocasión está más decidido a concluir una iniciativa que ha presentado en el primer año de su segundo quinquenio al frente de Eliseo, y que formaba parte de su programa electoral, por lo que los franceses sabían lo que votaban cuando le dieron la mayoría. Bien es verdad que esta propuesta no debe ocultar que el voto que recibió tenía también el propósito de cerrar el paso a la extrema derecha encabezada por Marine Le Pen.
El presidente francés sostiene que su propuesta “es justa y razonable”, y aunque se muestra dispuesto a dialogar sobre su aplicación también manifestó, durante su intervención en la rueda de prensa que ofreció en Barcelona junto a Pedro Sánchez, su “determinación” para llevarla a cabo. El éxito de la huelga y las movilizaciones que sacaron a la calle a más de un millón de franceses, el doble según los sindicatos, y paralizaron buena parte del país debe ser un motivo para que la negociación se imponga entre las partes