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Galicia está de moda

    GALICIA está de moda, o eso parece. Nuestros políticos, cantantes, empresarios y cineastas, nuestra gastronomía, e incluso nuestros árboles, han pasado a un primer plano. Quizá ya iba siendo hora. Los gallegos y las gallegas, acostumbrados como estamos a andar por el mundo, nos hemos dedicado a ensalzar aquellos territorios y gentes que nos acogieron, porque somos un pueblo generoso y agradecido. Pero ha llegado el momento de demostrar que, a la par que alabar a los otros, sabemos poner en valor lo nuestro y a los nuestros sin timideces ni complejos.

    Eso sí, hemos esperado prudente y humildemente a que fuesen los demás quienes reconociesen nuestro mérito y valor. Así ha ocurrido con nuestro cine y con las series de sello gallego. Hasta es fácil comprobar cómo se habló a nivel nacional e incluso internacional de la pujanza de lo que se dio en llamar el Galician Noir casi antes de que aquí tuviéramos noticia.

    Muchos conocimos a Tanxugueiras a raíz de su participación en las jornadas clasificatorias del Festival de Benidorm. Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Núñez Feijóo son aclamados por los suyos en la capital de España, y no faltan voces que, más allá de con nuestra comunidad, relacionan sus éxitos y su saber hacer con su condición gallega.

    Ahora le toca el turno a nuestros árboles, concretamente al Carballo de Conxo, que siempre estuvo ahí, o por lo menos desde hace más de doscientos años, como muchos otros árboles centenarios que adornan y oxigenan nuestros parajes.

    Los gallegos los valoramos, porque la naturaleza para nosotros es mucho más que un paisaje digno de admiración; es nuestro hábitat, fuente de sustento y cobijo, como bien supo ilustrar Óliver Laxe en la aclamada película O que arde, cuando la viejecita, en medio de la lluvia y el viento, se refugia bajo un árbol centenario.

    No somos un pueblo ingenuo, y sabemos que “la fama es una tirana, que llena de honores hoy al que deshonra mañana”. De ahí esa prudencia, ese sentidiño e incluso esa retranca que algunos se empeñan en confundir con indecisión.

    Sabemos que cualquier éxito es fruto del esfuerzo y del trabajo; pero también transitorio y sujeto a crítica, como le ocurre a nuestros empresarios, políticos y artistas, e incluso a nuestra lengua, que sigue teniendo dificultades a la hora de ser aceptada fuera de nuestras fronteras.

    Es más, nuestra relación con la naturaleza es de respeto y temor a la vez, porque sabemos que las personas hemos sido capaces de causar daños irreparables, como incendios y vertidos, pero también que muchas veces se ha vuelto en nuestra contra en forma de temporales e inundaciones.

    Galicia parece ser la excepción al famoso dicho “alábate Juan, que si no te alabas, no te alabarán”, lo cual no nos impide votar masivamente a Tanxugueiras, o a nuestro Carballo de Conxo, e incluso aceptar los éxitos y las derrotas con la sorna y el talante de quien reconoce la transitoriedad de la condición humana.

    01 mar 2022 / 01:00
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