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Galicia no es comanche

    LO malo de haber combatido en un territorio comanche es que después se ven comanches donde no los hay. Tanto el País Vasco en los tiempos agudos del terrorismo como Cataluña durante la sedición contra el Estado, fueron y en parte todavía son territorios hostiles a los valores constitucionales donde el nacionalismo acalla la pluralidad. Vox y Ciudadanos son el resultado de esa situación. Se trata de partidos que nacen como una respuesta directa a los nacionalistas, sin los complejos que según ellos lastran la política de socialistas y populares.

    Si Abascal se forja en medio de atentados y rodeado de escoltas, Rivera emerge como líder frente al catalanismo excluyente que empapa la sociedad catalana. Es lógico que hayan quedado marcados por sus experiencias, igual que esos soldados que estuvieron en conflictos bélicos y se adaptan con dificultad a la vida civil una vez que retornan a casa.

    El problema que ambos partidos tienen en Galicia es que la consideran otro territorio comanche que hay que redimir en una nueva Reconquista, y para ello trasladan desde Euskadi y Cataluña mantras de difícil encaje aquí. Su política gallega es de brocha gorda. Lo específico de Galicia queda sumergido bajo la idea de que cualquier galleguismo no es más que un nacionalismo de baja intensidad, un lobo vestido de cordero a la espera de devorar a la sociedad gallega.

    ¿Lo creen así o necesitan creerlo para abrirse paso en medio de la hegemonía del PP en el espacio moderado de la comunidad? Habrá una parte de creencia sincera junto a otra más oportunista, pero el caso es que sus campañas consisten en presentarse como liberadores de un yugo nacionalista del que culpan a Feijóo. Ese mensaje se ha atenuado mucho en el caso de Cs, con una candidata que por cierto utilizó el mejor gallego del debate televisado, y se mantiene en toda su crudeza en el caso de Vox. A Castelao se le coloca el mismo sambenito que a Sabino Arana y con algún día más de campaña ni la muiñeira ni el pulpo se hubieran librado de las sospechas de nacionalismo.

    He ahí un efecto colateral de los conflictos catalán y vasco: cualquier identidad territorial se asocia con el nacionalismo al ser interpretada como algo artificial e impuesto y no como una manifestación natural y espontánea de la gente. En lugar de impedir que la lengua, por ejemplo, sea apropiada por los nacionalistas, Vox y Ciudadanos se la entregan al nacionalismo dejando huérfano el terreno del bilingüismo. Nada le vendría mejor al nacionalismo gallego que una derecha que les cediera en propiedad a Castelao y de paso la muiñeira y el pulpo.

    La causa de los fracasos de la derecha española en las otras dos nacionalidades hay que buscarla también en su abandono de símbolos y querencias que la gente cultiva. Ni Albor, ni Fraga ni Feijóo cometieron ese error y de ahí sus resultados, lo cual explica que el empeño de Vox y Cs sea similar al de la izquierda: fragmentar el campo moderado y alejarlo del galleguismo. Celtas, suevos, godos, romanos y alguna tribu más forman parte del ADN de Galicia, sin que el doctor Carracedo haya detectado rasgos comanches en la cadena. Quiere decirse que la danza del voto que bailan algunos es equivocada.

    08 jul 2020 / 20:25
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