Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

Galicia un año después del abrazo

    TAL día como hoy de hace un año, 12 de noviembre, Sánchez e Iglesias sellaban un pacto para gobernar juntos tras unos resultados electorales para ambos peores que los anteriores. Necesitaban agarrarse bien el uno al otro para evitar que a la tercera fuera la pérdida definitiva, el fin de sus breves carreras políticas. El pacto se visualizó con un abrazo, tan forzado que muchos creyeron ver la imagen de dos púgiles noqueados que se agarran para no caer. No era para menos.

    Quien decía tres días antes que con Podemos en el Gobierno ni él ni los españoles podrían conciliar el sueño no dudó en tragarse sus convicciones. Optó por un mal trago, pero en todo caso menos amargo que buscarse la vida empezando desde cero.

    Pasado un año, como consecuencia de la pandemia, no necesitan agarrarse para sobrevivir. Es lo que hay. Hoy no se dan las condiciones para poder un Gobierno estable y sensato, capaz de afrontar los grandes retos del presente y del futuro, porque ni PSOE ni PP obtendrían el respaldo necesario para siquiera intentarlo. Al Gobierno no se le puede achacar que la situación sea grave. Lo es en todas partes, pero sí es responsable de que España sea el país del mundo desarrollado con peores datos sanitarios y económicos, y con unas previsiones de seguir liderando lo malo en el futuro.

    Las cifras, tozudas, están ahí. El número de muertos diario en el conjunto del país alcanza los peores momentos de la primera ola. Esto, junto al paro y la pobreza creciente, es la nueva normalidad que Sánchez prometió antes de verano.

    La valoración de los gallegos sobre el Gobierno de coalición quedó reflejada fielmente en las elecciones de julio. El PSOE cayó a la tercera y última plaza y su socio Podemos fue borrado del mapa autonómico, como meses antes lo había sido del local. Supongo que ni en La Moncloa ni en Galapagar esto importa demasiado. Una muestra, una entre cien, la tenemos en el proyecto de presupuestos, cuyo gasto aumenta en un 33 por ciento mientras las inversiones en Galicia se reducen un 11 por ciento. ¿Castigo? En Cataluña crecen más del 40 por ciento.

    Desde que tomó el poder, Sánchez se caracterizó por los bandazos. Se dice que rectificar es de sabios, pero cuando todo se rectifica indica lo contrario, que se va sin rumbo. El último episodio, la rebaja ayer mismo del IVA de las mascarillas cuando el día antes se sostenía que no lo permitía la Unión Europea. Pero hay una excepción en los bandazos: el trato a Galicia. En sus casi dos años y medio de mandato siempre ha sido el mismo. No voy a decir que maltrato alevoso, pero sí menosprecio e incumplimientos, estos últimos bien visibles, que hasta el BNG puede acreditar.

    Pero en una cosa hemos de agradecer el ninguneo. Podríamos deducir que los mejores datos que registra Galicia en relación al resto de España en la lucha contra la peste se deben en alguna medida a la ausencia del Gobierno. Porque donde tiene competencias directas, Ceuta y Melilla, vaya por Dios. Y en donde gobiernan sus apoyos, Cataluña y País Vasco, a los que nada niega, poco mejor les va. No hay mal que por bien no venga.

    12 nov 2020 / 00:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito