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‘Gambito de dama’, muy recomendable

    AUNQUE es muy cierto que muchas series de televisión empiezan a parecerse como un huevo a otro huevo, o llevan tiempo pareciéndose, quizás porque unos guiones influencian a otros y las modas terminan imponiéndose, es verdad que, de vez en cuando, nos encontramos con pequeñas joyas. Doy por sentado que el mundo de las series se ha convertido en un lugar a ratos previsible y en no pocas ocasiones sobrevalorado. Pero también estoy convencido de que lo que brilla, cuando brilla, lo hace de verdad. Y pasa por encima de muchas producciones cinematográficas.

    ‘Gambito de dama’ es una de esas producciones que sobresalen en el panorama inmediato de la televisión (acaba de estrenarse hace apenas un par de semanas). Adaptación largamente postergada de una novela de Walter Tevis (‘The Queen’s Gambit’), que pasó de ser un proyecto cinematográfico a una realidad en siete capítulos llevada a cabo, finalmente, por Netflix, la serie ofrece una mirada singular al mundo femenino de los años cincuenta, a la lucha por demostrar el talento en un mundo de hombres, concretamente el mundo del ajedrez (Tevis fue un jugador amateur), al tiempo que recrea una dramática situación personal y familiar, la vida de Beth Harmon, obligada a vivir desde los ocho años en un orfanato.

    El comienzo de la serie es lento e inquietante, como corresponde a la descripción de un mundo extraño, casi extraterrestre. El orfanato nos ofrece, en los dos primeros capítulos, un ajustado dibujo de un mundo propio de la Guerra Fría, unas instalaciones educativas donde la disciplina y los colores pastel de las paredes ofrecían una sensación de control y quietud, aunque la procesión iba por dentro. Como al parecer era común en la época, a las alumnas se les suministraban, a partes iguales, tranquilizantes y vitaminas.

    Beth terminará enganchada al consumo de los tranquilizantes, y eso marcará su vida. Los dos primeros capítulos muestran no sólo la genial interpretación que Isla Johnston hace de la Beth de nueve años, sino esa atmósfera rígida, casi propia de una ensoñación, que sobrevuela la vida en el orfanato. Beth comenzará a aprender ajedrez a escondidas, con un bedel que en principio la rehúye, en el sótano. Por las noches, bajo los efectos de las pastillas sedantes, Beth reconstruye en el techo de la habitación los movimientos de ajedrez, lo que acentúa más el aire de irrealidad y la atmósfera densa de la serie.

    El resto de episodios de ‘Gambito de dama’ nos habla de la compleja vida de la Beth adulta, interpretada, también magistralmente, por Anya Taylor-Joy. He aquí una historia magníficamente contada, a través de actrices de gran nivel, que nos muestra las dificultades de manejar una mente genial, sobre todo si se mezcla con una vida torturada por la ausencia de referencias (más allá del ajedrez, claro) y por la lucha contra las adicciones. Dylan Loeb, en el ‘New York Times’, ha comparado la historia, y la personalidad de la protagonista, con Bobby Fisher, no en todos sus aspectos, pero sí en algunos. La coincidencia con el éxito de Fisher en los años de la Guerra Fría parece demostrar que Tevis quería ofrecer una historia parecida, pero en femenino. Algo doy por seguro: ‘Gambito de dama’ no les va a defraudar.

    16 nov 2020 / 00:27
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