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¿Gerontofobia?

    Jonathan Swiff decía: todos quieren vivir muchos años, pero nadie quiere llegar a viejo.

    La bióloga premio Nobel Rita Levi Montalcini rozando los cien años escribía en El as en la manga que ni el cabello blanco, ni las arrugas pueden destruir el conocimiento labrado honradamente a lo largo de la vida, siendo la última etapa la que recoge todos los frutos del prestigio. ¿Es la edad la que nos coloca en determinada categoría?

    A los ancianos se les aplican los adjetivos de fragilidad, dependencia, incapacidad, vulnerabilidad. ¿Cómo se preserva la autonomía de las personas dependientes? Para Kant y Confucio era sencillo, tratando a los demás como quieres que te traten a ti.

    El edadismo es un prejuicio que nos discrimina por razón de edad, incluso se puede hablar de abandono e invisibilidad. Quizás por ser improductivos, la economía de mercado no piensa en los mayores. El abandono y soledad es un fenómeno social. Como decía Víctor Hugo es “vivir sin existir”. Sin el apoyo de la comunidad es imposible planificar la última etapa de la vida. El modelo comunitario nos implica a todos como seres sociales, en contra del modelo neoliberal que cede los cuidados a empresas de servicios.

    Beauvoir se pregunta hasta donde la sociedad es responsable de que el envejecimiento sea percibido como declive, relacionándolo con la fragilidad, necesidad de afecto y más pensiones. Convertir el jubilado en un anciano es un anacronismo que lo separa de la vida activa, deja a las personas sin proyecto vital. La pérdida de relaciones afectivas, la soledad, la humillación de tener que ser cuidado, dificulta afrontar el envejecimiento positivamente. La sociedad debe ayudar sin marginar ni infantilizar. De ahí la importancia de la planificación social.

    Tolztoi en la muerte de Ivan Illich, nos ofrece el paradigma del buen cuidador: disponibilidad, veracidad, competencia, confianza, paciencia, consuelo y alegría.

    Analizando la construcción social de la vejez, hay que empezar por la medicina. Los mayores son los clientes asiduos de los centros sanitarios. Si el objetivo de la misma es mejorar la vida, tratar esta última etapa es una meta indiscutible, reconocer ese derecho implica revisar prácticas como las residencias geriátricas. Todos debemos ayudar a envejecer y lograr así una senilidad humana y digna. Según las encuestas la gran mayoría de los ingresados en residencias no están allí por propia voluntad.

    Comentario reflexivo a la obra de Victoria Camps Tiempos de cuidados, de plena actualidad.

    27 ene 2023 / 06:00
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