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Gobierno errático y mal orientado

    EL pasado domingo lamentábamos aquí el error de la portavoz del PSOE Adriana Lastra a la hora de despreciar el criterio de los “mayores” de su partido y decir que ahora le toca gobernar a una “nueva generación”. Esta semana ha sido la vicepresidenta Carmen Calvo la que de nuevo ha ridiculizado las voces discordantes de su partido, aseverando que “la España que toca gobernar hoy es muy diferente a la de hace veinte años”. Ambas parecen seguir la estela marcada por los sanchistas a la hora de desacreditar el legítimo criterio de las grandes figuras socialistas y pretender ignorar que no son sólo Felipe González o Alfonso Guerra quienes critican el proceder del Gobierno a la hora de dejarse llevar por Podemos y asegurarse el apoyo de Bildu y ERC acatando sus aberrantes condiciones para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado (PGE).

    Las críticas al Ejecutivo provienen también de barones socialistas, así como de militantes de diferente edad y condición; quienes, además de ver peligrar sus bastiones regionales con las políticas erráticas de la Administración central, observan amedrentados cómo encuestas como la realizada por NC Report para La Razón el 9 de noviembre (en la que se ve cómo el tándem Sánchez-Iglesias pierde en doce meses un millón de votos), o la más reciente del Instituto DYM para 20minutos, insuflan esperanza en unos PP, Vox y Cs que ahora ya sí, por fin, parece que serían capaces, conjuntamente, de arrebatarle incluso la mayoría absoluta al Ejecutivo de coalición.

    La razón de semejante temeridad autodestructiva del PSOE radica en sus tres premisas erróneas. Se basa en la asunción de la ingenuidad de los votantes, a los que se considera maleables y faltos de memoria a largo plazo. En segundo lugar, en el hecho de que asumen que todavía cuentan con dos o tres años de gobierno en los que disimular y hacer olvidar sus despropósitos, y confiando en que una recuperación de la economía logre hacer obviar el sufrimiento de los ERTE, la ineficaz gestión de ese ingreso mínimo vital que casi nadie ha percibido aún, o el sufrimiento de unos desempleados que tardan hasta tres meses en cobrar el paro.

    Pero lo más peligroso quizá sea su esperanza de que el Fondo de Recuperación europeo contribuya a paliar sus desaguisados económicos, pandémicos y laborales. ¿Acaso piensa nuestro Consejo de Ministros que la UE le abrirá a España el bolsillo sin un férreo control del déficit, la deuda, el desorbitado aparato administrativo, y la hipertrofia de los chiringuitos gubernamentales; o sin exigencias de recortes de gasto, y sin revisar subsidios laborales, sin reducir pensiones, y sin cercenar nuestros salarios? Si así lo creen, es porque, o bien desconocen el funcionamiento de las instituciones europeas, o porque no saben que el pan para hoy puede ser el hambre para mañana.

    28 nov 2020 / 00:00
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