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Greemlins rules

    EN 1984, Amblin, la productora cinematográfica fundada por Spielberg, tras la exitosa E.T., el extraterrestre, nos sorprendía con una nueva película basada en una criatura peluda cuyo género podríamos calificar como comedia-terror. Si inicialmente la criatura es incluso más tierna que el alien de su antecesora, el incumplimiento de las tres reglas (Greemlins rules-GR) para su adopción: no exponerla a la luz solar; no mojarla y no alimentarla después de medianoche; la convierte en una versión tipo Chucky del alien de El octavo pasajero de Ridley Scott.

    Nos hemos enterado de que la inversión estatal en las comunidades autónomas en los Presupuestos Generales del Estado para 2023 contemplan para Galicia una partida de 1.078 millones de euros, con un incremento, en términos nominales, de solo el 0,30% sobre 2022, porque si consideramos la inflación prevista para este ejercicio, del 8,50%, en realidad la partida disminuiría en unos 88 millones de euros, cifra que por ejemplo prácticamente permitiría rematar la autovía Santiago-Lugo, cuyo retraso compite con la del AVE a Galicia.

    Ese porcentaje implica un tratamiento tan discriminatorio que nos sitúa como la comunidad más penalizada por el Estado en 2023, solo superada por Murcia y Castilla y León. Son datos objetivos, no subjetivos. Pero siempre habrá quien los retuerza.

    Leyendo la justificación de algún diputado gallego de uno de los dos grupos políticos que sustentan y participan en el Gobierno, que se limita a dividir el presupuesto asignado a Galicia por el número de habitantes y compararlo con la media estatal para acreditar su bondad, no podemos más que recordar la transformación de las angelicales criaturas peludas en las emuladoras del malvado alien del octavo pasajero, pues bien podría haber dividido el presupuesto entre el número de entidades poblacionales, ratio más favorable a nuestros intereses. Centro versus Galicia, una vez más.

    Como el greemlin una vez rota su primera regla, llegados a la capital del Reino, ya se sitúan los intereses partidarios por encima de los de la gente y renuncian a representar la plurinacionalidad, siquiera formalmente. Se salta la segunda regla y se incumplen las reiteradas promesas de renunciar a los escaños para presentarse a otras elecciones y, por lo tanto, ya son casta. Pero finalmente se salta la tercera regla e incluso pasan a defender el nefasto ratio de presupuesto por habitante.

    Renunciamos a representar los intereses de quienes nos votaron. Por si quedase el mínimo matiz de duda, ya son jacobinos y ni se plantean la defensa de la Galicia despoblada frente al núcleo irradiador. El greemlin, al menos hasta 2023, se ha convertido en Chucky.

    25 oct 2022 / 01:00
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