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Guerra de las matrículas

    ENTRE dos países que se llevan mal, cualquier motivo es suficiente para desencadenar una crisis en las relaciones. Y en el caso de Serbia y Kosovo una tensión mal resulta puede dar lugar a un conflicto de consecuencias imprevisibles. Tras la guerra que enfrentó a ambos países entre 1998 y 1999, y en la que por primera vez intervino militarmente la OTAN en territorio europeo mediante bombardeos contara Serbia que llevaba acabo una operación de limpieza étnica y la declaración de independencia de Kosovo en 2008, las tensiones entre la población serbia y la albano kosovar que habitan en lo que fue una de las regiones serbias, precisamente donde se localizó la batalla que los nacionalistas serbios consideran el origen de su patria, no han hecho más que crecer.

    El último desencuentro entre Serbia y Kosovo se ha producido a cuenta de la matriculación de los vehículos que ruedan por las carreteras kosovares. Las autoridades de este segundo país querían forzar a la rematriculación de todos los vehículos con matrícula Serbia, lo que afectaba sobre todo al10% de la minoría serbia que vive en Kosovo, mientras que desde el país vecino se seguían matriculando vehículos con placas de las ciudades kosovares.

    Tras sucesivas prórrogas para la entrada en vigor de las exigencias de las autoridades de Kosovo, la mediación de la Unión Europea ha logrado frenar el conflicto. O más bien habría que decir que la presión de Bruselas y la de Washington ha logrado que Kosovo renuncie a sus demandas, porque era la parte señalada que impedía el acuerdo.

    En un principio las negociaciones llevaban camino del fracaso y el mediador europeo, el representante de la política exterior comunitaria, Josep Borrell, salió desesperado y decepcionando tras la primera reunión celebrada esta semana en la capital europea. Dos días después las delegaciones de ambos países lograban ponerse de acuerdo. Y ahora que a su juicio “se ha impuesto el sentido común”, la preocupación es que ambas partes se decidan a respetar lo pactado.

    Las tensiones en esta zona del avispero de los Balcanes, una región de la que se dice que produce más historia de la que es capaz de asimilar, impiden la normalización de la convivencia entre ambos países, y dentro de Kosovo el acoso a la minoría serbia. La presión de Bruselas se dirige hacía Serbia y su deseo de incorporarse a la Unión Europea, como otros países surgidos de la descomposición de Yugoslavia, pero esa es una vía cerrada hasta que no se resuelva el problema kosovar. Y serbia no acepta la autoproclamada independencia de Kosovo.

    Por el momento Bruselas y la comunidad internacional tienen que conformarse con el alto el fuego en la guerra de las matrículas y con haber evitado que este conflicto se desborde.

    27 nov 2022 / 01:00
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