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Incendios forestales.Una historia trágica inacabada

    Y Dios es más misericordioso que los hombres, y trajo la lluvia y terminó, una vez más, con la tragedia que nos persigue año tras año, los incendios forestales, que reiteradamente destruyen nuestra Tierra. Y, también, a mediados de agosto, El Señor nos ayudó con la cola del ciclón Ellen regando generosamente nuestra Galicia.

    Y de nuevo la tragedia de los incendios se cierne y asola Galicia. Gente asustada, con miedo, propiedades destruidas, aproximadamente 10.000 ha arrasadas por el fuego. Una historia trágica inacabada, que no se termina nunca, que se repite con reiteración casi programada, verano tras verano.

    No pensaba escribir estas reflexiones pero la lectura de un reportaje en el periódico El País de 16 de septiembre de la periodista Cristina Huete (“Los incendios arrasan las joyas medioambientales de la provincia de Ourense. Los Grupos ecologistas representantes... creen necesario medio siglo para recuperar el Parque Natural del Xurés y el Macizo Central...” tesoros ecológicos gallegos), así como la observación en los medios del conselleiro de Medio Rural D. José González, en vanguardia, en primera línea del fuego, dirigiendo y/o colaborando en las tareas de extinción, con uniforme de combate, me anima a plasmar mis impresiones en este desgraciado tema en la perspectiva de aproximadamente 40 años.

    Señalar que no soy un experto forestal sino un simple ciudadano gallego que quiere y ama a su Tierra. Señalar también que es la primera vez que veo una autoridad política, un conselleiro, responsable de la defensa de nuestros montes en primera línea del frente del fuego, con uniforme de combate. Enhorabuena Sr. conselleiro. Señalar también, como apunta el reportaje, la ausencia de altas autoridades políticas responsables, Presidencia, Medio Ambiente... que debieran acompañarle.

    Mis reflexiones personales se remontan a los veranos de 1974-1975 cuando, preparando oposiciones a Cátedra de universidad, observaba desde las ventanas de mi laboratorio, en el Campus Universitario, la evolución de dos aviones cisterna del Ejército del Aire apagando un incendio en el monte Pedroso, en Santiago. Expertas tripulaciones, enseguida extinguieron el fuego. Se repitió al verano siguiente.

    Recuerdo también que, en el verano de 1978, acudí a una asamblea en el Ateneo de Orense convocada bajo el lema Salvemos Ourense do Lume y en cuya mesa estaban líderes políticos, ecologistas así como el ingeniero jefe del Icona (Instituto de Conservación de la Naturaleza). Allí por primera vez oí el nombre de Rebordechao (Macizo Central-Sierra de San Mamed) y que ha salido otra vez recientemente en los medios, incluso el topónimo en letras grandes simulando llamas como fondo de pantalla del TD1.

    En los siguientes años, Galicia ardía verano tras verano de Norte a Sur y de Este a Oeste. Era una tragedia sistemática.

    Medios precarios o inexistentes, Galicia cubierta de permanentes nubes de humo, incendios duraderos en el tiempo... Los 2-3 aviones cisterna del Ejército del Aire trabajaban desde el amanecer hasta la puesta del sol; uno de ellos sufrió un accidente extinguiendo el fuego en un monte cercano a Vilagarcía de Arousa. Un monolito recuerda el lugar donde falleció la valiente tripulación en acto de servicio.

    En la cruda realidad (que, ciertamente superaba con mucho la ficción) propiamente parecía que Galicia estaba sometida a una estrategia de tierra quemada, doctrina militar que aplican los ejércitos en retirada, tal era el desastre. En aquellas fechas, y en referencia a esta tragedia, he escrito varios artículos en la prensa regional.

    Afortunadamente, en 1990, con la llegada del Sr. Romay Beccaría a la Consellería de Agricultura de la Xunta de Galicia, las cosas empezaron a cambiar. Se inició un proceso de planificación y organización de defensa del monte, se dotó a numerosos ayuntamientos de vehículos motobomba y, paulatinamente, la situación comenzó a mejorar.

    Yo, personalmente, le envié una carta de felicitación al Sr. Romay a la cual me respondió atentamente y además, la respuesta incluía un libro de obsequio.

    Se pusieron las bases de la actual planificación y organización del combate contra el fuego así como de la dotación de los poderosos medios de extinción, inimaginables para mí, 20 años antes

    A pesar de ello, con posterioridad surgieron nuevos desastres, en 2006, 2017 (ciertamente con condiciones climáticas extremas) y este año pudo haber sido crítico si El Señor no nos enviase las beneficiosas lluvias de agosto y de septiembre. Se esgrimen causas irrelevantes o puramente anecdóticas como la historia del jabalí o la de los rayos; Galicia no es California. El origen del desastre reiterado radica en la mano del hombre.

    El monte forestal propiamente dicho (o las grandes extensiones no forestales de matorral pirofítico de leguminosas: xestas, piornos, codesos, toxos que invaden las fincas de labradío abandonadas de nuestra Galicia rural, ingente biomasa que antes o después tendremos que aprovechar) no arde solo, por muy extremas que sean las condiciones climáticas. Necesita una cerilla. Estamos ante un fenómeno de delincuencia incendiaria que requiere pura y simplemente la aplicación de las metodologías de investigación de delitos necesarias y adecuadas para erradicar de una vez por todas esta tragedia, que sistemática y reiteradamente amenaza y destruye nuestra Tierra.

    30 sep 2020 / 00:00
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