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Inestabilidad en Francia

    CON Italia camino de elecciones generales en el mes de septiembre próximo tras la dimisión por falta de apoyo parlamentario de Mario Draghi; con el Reino Unido en busca de un nuevo líder conservador que sustituya al estrambótico Boris Johnson; con el conjunto de la Unión Europea buscando una salida a la amenaza de Rusia de limitar o cortar el suministro de gas, que implicará limitaciones de su consumo, Francia parece también abonada a una suerte de inestabilidad con una Asamblea Nacional en la que el partido de Emmanuel Macron perdió la mayoría absoluta.

    A los dos meses de su nombramiento, la primera ministra francesa, Elisabeth Borne, ha tenido que hacer frente a la moción de censura presentada por Nupes, el conglomerado de partidos de la izquierda que lidera Melenchon. Solo Los Republicanos podrían dar estabilidad al Gobierno francés, pero sus líderes no están por la labor, por lo que el presidente francés y su primera ministra tendrán que buscar aliados para cada decisión, sabiendo que ni la extrema derecha de Marine Le Pen, ni el grupo de la izquierda se lo van a prestar, o no se lo van a ar gratis. “El desorden y la inestabilidad no son opciones”, se encarga de defender la primera ministra francesa, sin que sus palabras encuentren mucho eco entre sus adversarios.

    Al igual que en España, el Gobierno francés se enfrenta al problema de la inflación desbocada y a una deuda pública en los niveles más altos, a los que tendrá que hacer frente con una política monetaria más restrictiva impuesta por las autoridades monetarias europeas cuyo primer paso ha sido la subida de medio punto de los tipos de interés para intentar frenar la escala de la inflación en toda la Unión Europea.

    En estas circunstancias de debilidad interna Macron tendrá que convivir con dos partidos por sus extremos que pueden enturbiar la posición de Francia con respecto a la guerra de Ucrania, lo que además complicará el deseo del presidente francés de ocupar el puesto de referente europeo que dejó vacante Angela Merkel.

    Pero sobre todo las incógnitas se centran en si podrá llevar a cabo las reformas estructurales pendientes, en especial la de las pensiones y la edad de jubilación –Francia es el único país que no ha comenzado un proceso para su retraso– que será uno de los principales caballos de batalla del Gobierno, junto con la vuelta a la ortodoxia de la Unión Europea en materia de déficit. Lo que está claro es que la política francesa entra en una etapa de intenso diálogo que es lo que ha ofrecido Elisabeth Borde haciendo de la necesidad virtud.

    Para la izquierda francesa el único anuncio positivo realizado hasta ahora por Borne, es la nacionalización completa de la primera empresa eléctrica del país, EDP, de la que el Estado francés ya controlaba más del 80 por ciento y que, aunque no atraviesa una situación económica muy boyante, ha sido utilizada por el Gobierno para evitar una subida desorbitada de los precios de la luz. Para la derecha se trata, una vez más, de socializar las pérdidas de la compañía.

    27 jul 2022 / 01:00
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