Isabel Díaz Ayuso
LA Sanidad Pública madrileña le ha explotado a Isabel Díaz Ayuso. Era una bomba de relojería desde el fracaso de su administración en relación con las residencias de mayores durante la pandemia. En todo este tiempo la presidenta de la Comunidad de Madrid ha jugado a tapar su ineficacia con violencia verbal contra el gobierno de Pedro Sánchez, su mantra eterno, porque su sueño mira hacia La Moncloa. Y una parte importante del PP apoya ese objetivo que destruyó a Casado y le está segando la hierba bajo los pies a Alberto Núñez Feijóo.
Pero miremos al fracaso sanitario de Díaz Ayuso. El proyecto de su gobierno no es producto ni de la improvisación ni de la falta de médicos emanados de la Universidades. Miles de ellos han emigrado en la última década por falta de contrataciones o malos sueldos. Estamos ante una voluntad ideológica de mutilación de la sanidad pública. Al tiempo, en paralelo se invierte más en ladrillos que en personal sanitario. El desastre del “modelo Alzira” del Partido Popular, que ha costado cientos de millones a la comunidad valenciana, y tuvo que ser revertido por el gobierno de Ximo Puig, está vigente en Madrid y en otras comunidades en conflicto.
Díaz Ayuso ha tenido la desfachatez de abrir a bombo y platillo ochenta servicios de urgencias sin médicos. La inversión estaba hecha y aparecería en su balance como un logro de gestión sanitaria. Pretende que a los pacientes sean atendidos mediante una pantalla. Repite el modelo del Hospital Isabel Zendal, que costó el doble de lo presupuestado y, dos años después de su inauguración, permanece prácticamente inoperativo por la ausencia de nuevos profesionales.
La paradoja es terrible, han colocado a la Sanidad Pública al borde del colapso mientras construyen hospitales y nuevas instalaciones. Los atascos en tiempo de gripe se solucionarán con altas rápidas, la ausencia de médicos con la voluntad de enfermeras y enfermeros... Las huelgas del personal sanitario son noticia todos los días, las manifestaciones se han hecho viejas... Pero no nos engañemos, Isabel Díaz Ayuso es un solo palmario ejemplo de un desastroso modelo político.