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Jueves Santo

    ÉRASE una vez un pueblo en el que demasiada gente se había resignado a abrazar su cruz en silencio en medio del efecto del tumulto; del ruido de las minorías disfrazadas de mayorías que, bajo el amparo de algún Sanedrín, siempre piden la crucifixión de los más justos.

    Pues bien. La historia de aquel pueblo se repite una y otra vez desde hace más de dos mil años. Y así, miles de Barrabás son exculpados y vitoreados cada día con tal de ajusticiar al enemigo común. Porque, ¿qué une más que un enemigo común? ¿Qué une más que quitar de en medio a quien, haciendo las cosas bien, molesta, si con ello evitamos evidenciar todo lo mal que las hacen otros? ¡Es la cruz que tienen que abrazar en silencio quienes sufren la tortura de la envidia!

    ¡Cuánta envidia nos queda por suturar! ¡Cuánta crueldad nos queda por aplacar! ¡Cuánta injusta condena nos queda por redimir! ¡Cuántas sentencias nos quedan por reparar! ¡Cuántos Pilatos nos quedan por desenmascarar! Porque mientras en esta sociedad haya más Judas que Cirineos, mal vamos, por más que se nos llene luego la boca hablando de unidad, compromiso y solidaridad.

    Para salir de los grandes Calvarios se necesitan grandes soluciones; grandes reflexiones; grandes uniones y grandes acuerdos. De esta Pasión no se sale enfrentando a Ayusos con Gabilondos, a presidentes estatales con autonómicos, a cumplidores con incumplidores, a farmacéuticas con enfermos... De esta Pasión no se sale cayendo una y otra vez en la misma piedra y justificándolo todo con el lavado de manos de la fatiga pandémica. Y es que después de tres caídas, ¿en serio vamos a ir a por la cuarta? De esta Pasión, de esta madrugada oscura que ya pasa de un año, sólo se sale con esperanza.

    Espero que esta vez sepamos verlo. Espero que los Sanedrines comprendan que el bien común es más importante que sus intereses de parte. Espero que las envidias dejen hacer su trabajo a quienes saben hacerlo. Espero que los enemigos comunes se conviertan en aliados comunes en beneficio de todas y de todos. Espero que las envidias no pesen más que los afectos. Espero que los Pilatos no se laven la mano con gel hidroalcoholico.

    Espero que treinta monedas de plata no pesen más que la justicia de dar a cada persona lo que se merece. Y espero que la solidaridad del Cireneo nos haga comprender a todos, en este día del amor fraterno, que de esto, o salimos juntos, o no salimos. O cumplimos todos, o no lo conseguimos. O nos sacrificamos todos, o seguiremos sacrificando a algunos. Así que, como dicen en el sur: ¡A esta es!

    01 abr 2021 / 01:00
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