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La ‘cara b’ de la digitalización

    RECUERDO perfectamente el día en que el trabajador de una sucursal de mi entidad bancaria me advirtió de que solo podía ingresar dinero desde el cajero, normas de la entidad, me dijo. En aquel momento el plan ya estaba en marcha, después fueron la contratación de nuevos productos y otro tipo de gestiones en las que cualquier asesoramiento financiero brillaba por su ausencia, ahora, unos años más tarde la banca prescinde de parte de su plantilla sobre la base, entre otros motivos, de que el cliente se ha digitalizado, como si nos hubiesen dado otra opción...

    Recuerdo haber pedido la hoja de reclamaciones, puede que fueran normas de la entidad, pero no eran las que había aceptado yo. Yo, que nunca había puesto en duda ni discutido las comisiones que puntualmente me cargaban en la cuenta, solo tenía una exigencia, si no me atendía una persona, entonces ese no seguiría siendo mi banco. Una larga discusión, una hoja de reclamaciones e incluso una amenaza de demanda después finalmente pude realizar las operaciones con el trato personal y cercano del que tanto presumían en sus estrategias publicitarias.

    Supongo que aquel trabajador debió pensar que había topado con la clienta insoportable de la mañana, yo entendí claramente su insistencia, órdenes de arriba, y antes de irme intenté justificar la mía, en el momento en el que renunciásemos a ser atendidos por personas todos habríamos perdido una batalla, pero ellos, como trabajadores, una todavía más trascendente, su propia utilidad y permanencia dentro de un sector que no hace sino revelarse como una especie hombre de hojalata que nos traiciona una y otra vez.

    Los números de despidos finalmente no serán los anunciados, por mucho que intenten asustarnos, habrá negociación y tanto banca como sindicatos, puede que incluso el Gobierno, intentarán hacer ver sus respectivos esfuerzos y afán negociador y la consecuente reducción del número de ceses, ya saben, el teatrillo de nuestros días. Pero independientemente de todo eso, lo que tenemos es una nueva estocada por parte de la banca y el perjuicio evidente a una maltrecha economía en un desafortunado momento. A la gravedad de la pérdida de los empleos se une el perjuicio colateral de la pérdida de unas cotizaciones que, por lo general, no se sitúan en la parte baja de la tabla, precisamente.

    En los últimos años la banca intentaba ganarse de nuevo la simpatía de los consumidores, parecía buscar o, al menos simular, haberse ataviado del corazón del que carecía, una vez más la banca vuelve a fallarnos, a nosotros y a sus trabajadores, en el momento más inapropiado. La modernización tenía cara b.

    Qué más sorpresas tendrá reservada la digitalización, ¿renunciar al trato personal en la sanidad?, ¿en la aten-ción al administrado?, ¿aca-baremos por conversar con Siri de nuestros problemas? La pelota en el tejado del ciudadano, en caso de que aún tengamos algún tipo de opción o decisión como consumidores, no se trata de dar la espalda al futuro, se trata de saber en qué futuro queremos habitar, yo, por si acaso, seguiré siendo la pesada que escapa del autoservicio y busca siempre la caja de cobro con atención personal, el s. XXI parece venir frío.

    28 abr 2021 / 01:00
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