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La corrección política

    SI es incuestionable que en el marco de una sociedad democrática resulta imprescindible el debate público entre las distintas y diversas fuerzas políticas que han de configurarla, también debe serlo que esa pugna dialéctica debe producirse, siempre y en todo caso, en términos de la más elemental corrección respecto a la persona del oponente y de las ideas que, el mismo, defiende y representa.

    En la historia del parlamentarismo, tanto nacional como extranjero, se registran intervenciones muy duras pero llenas de ingenio y corrección dialéctica, como aquella atribuida a Winston Churchill al responder a un ataque verbal femenino que, en el colmo de la indignación frente al discurso del primer ministro inglés, se dirigió a él en estos términos: “Si yo fuera su esposa le vertería veneno en el té“, a lo que el aludido respondió: “Y si usted fuera mi esposa yo me tomaría ese té con muchísimo gusto”.

    También aquella otra respuesta del parlamentario español de la época de la regencia de la reina María Cristina, el señor Vázquez de Mella, quien, reproduciendo una desafortunadísima y totalmente inaceptable frase atribuida al profeta Isaías respecto al gobierno de los pueblos por parte de las mujeres y los niños, fue llamado al orden por el presidente de la Cámara para que rectificase, ante lo que el parlamentario interpelado dijo: “Que rectifique yo... que rectifique el profeta Isaías”.

    Estas irónicas manifestaciones de un parlamentarismo inteligente y cultivado nada tienen que ver, por desgracia, con la zafiedad y torpeza que, últimamente, ha caracterizado la intervención del vicepresidente la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo Frings, en una sesión ordinaria de la Asamblea Legislativa autonómica, quien utilizó expresiones, ciertamente, agraviantes –que se negó a retirar en momento y medida algunos, por cierto– frente a la persona del presidente del Gobierno español y del partido socialista que dirige y representa.

    Si es perfectamente legítima la discrepancia ideológica y su manifestación pública, la misma no puede, sin embargo, llegar a amparar, con base en la inmunidad parlamentaria, exabruptos que sobrepasen, claramente, la debida corrección interpersonal e institucional. La democracia se basa en el diálogo que puede llegar a ser todo lo virulento que se quiera pero que siempre habrá de mantenerse en los términos de la corrección que impone el carácter racional de todo ser humano. Si esto se desconoce y se permiten intervenciones verbales ciertamente agresivas, tanto en lo humano como el político, pienso que flaco servicio se presta al sistema democrático que, en el caso español, tanto costó recuperar.

    La retirada del acta de la sesión parlamentaria del texto que contenía la intervención verbalmente agresiva del vicepresidente autonómico y la propia actitud adoptada, al respecto, por el Sr. Fernández Mañueco que preside la Comunidad Autónoma de Castilla y León son, de por sí, reveladoras, por más que, tal vez, insuficientes, de la gravedad del incidente parlamentario que se comenta.

    01 nov 2022 / 01:00
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