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La diferencia entre Política y política

    LA clase política en España lleva varios años focalizada en lo que en el mundo anglosajón se denomina Politics, que podría traducirse como politiqueo o política en minúsculas. Es decir, están centrados en la imagen, en vender recetas sencillas a problemas complejos que, en el mejor de los casos, no tienen efecto alguno. El último ejemplo lo tenemos en la nueva ley de vivienda y si se debe fijar o no precios máximos al alquiler.

    Sin embargo, facilitar un mercado inmobiliario dinámico y accesible debiera ser tarea de las Policies, que podría interpretarse como Política en mayúsculas. Nadie duda de que debe ser una política rectora, pero si se entiende como Política Pública, al menos deben cumplirse dos condiciones: 1) deben aplicarse las medidas más adecuadas para lograr los objetivos fijados, basándose en la evidencia disponible; y 2) los ciudadanos no debieran cargar sobre sus hombros la responsabilidad de llevarlas a buen puerto asumiendo unos costes que, en todo caso, deben corresponder a las instituciones.

    En cuanto a la primera condición, décadas de aplicación de precios máximos ha conducido a resultados nefastos en el mercado del alquiler allá donde se han aplicado. En palabras del economista sueco Assar Lindbeck, “aparte de un bombardeo, el control de alquileres es una de las técnicas más eficientes hasta ahora conocidas para destruir ciudades”.

    Limitar los posibles ingresos de los arrendadores puede acabar ocasionando una reducción de la oferta, es decir, escasez, como en el caso de Berlín o San Francisco, en donde el mercado se ha movido hacia la compraventa y hacia sectores no regulados. También puede existir una peor asignación, como ha sucedido en Nueva York, con más de un 20 % de inquilinos ocupando viviendas con un número de habitaciones distinto al que precisaban. En Estocolmo, existen listas de espera de hasta 20 años para acceder a un inmueble de alquiler. Ante la imposibilidad de discriminar por precios, y para cubrirse ante posibles impagos, los propietarios tienden a discriminar por renta o raza y/o reducen la inversión en mantenimiento, siendo ejemplo de ello la ciudad de Boston.

    En cuanto a la segunda condición, es fácil hacer política en minúsculas y echarle la culpa del fracaso a la especulación y a los propietarios. Lo difícil, pero realmente útil, es hacer Política en mayúsculas. Por ejemplo, en un reciente trabajo, José María Raya esboza algunas ideas interesantes: por un lado, crear un marco facilitador para la generación de oferta, tanto pública como privada, orientándola hacia el alquiler social; por otro lado, dar mayor seguridad jurídica a propietarios a través de la reducción de los tiempos en la restitución de la propiedad.

    El mercado de la vivienda en España se debate entre la política y la Política, y la diferencia en sus posibles resultados es mayúscula.

    05 mar 2021 / 01:00
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