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La Feira de Santos se traslada al Congreso

    CON dolor de corazón, estoy seguro, el concello de Monterroso acordó suspender la Feira de Santos de este año. Según he leído, en sus más de 500 años de existencia solamente hay constancia de que tal desgracia únicamente sucedió en una ocasión, en 1918, a causa de la mal adjetivada gripe española. Aquella peste que llegó a Europa procedente de Estados Unidos. El virus fue transportado por soldados yanquis que participaban en la Primera Gran Guerra. Al parecer también su origen estaba en China, que todavía no era comunista, aunque hoy tampoco lo es ni en lo económico ni lo social, pero no creo que tenga mucho que ver el régimen político con la brote de una enfermedad de estas características. O sí, quién sabe.

    Este año, también por una plaga como aquella, se suspenden actos de masas. No habrá ferias de Santos, magostos por San Martiño, ni puente de la Constitución. Otras celebraciones se reservan para la intimidad, como las visitas a los cementerios y la Navidad. Y ya veremos lo malo que viene después.

    Sánchez se apresuró a clausurar la Navidad y Reyes, supongo que para regocijo de Podemos, por aquello de las connotaciones religiosas y monárquicas que pudieran asociarse. No obstante, está dispuesto a mantener los carnavales, por presión de sus socios parlamentarios independentistas, con lo que es previsible que también se pueda celebrar la Semana Santa, en contra de su intención inicial. Ojo, Junqueras se declara católico practicante.

    No habrá ferias, ni fiestas ni mercados, pero estos días hay quien practica el regateo con descaro. Ayer mismo, el Congreso fue Monterroso o As San Lucas de Mondoñedo, las dos grandes ferias en el calendario otoñal gallego. Cunqueiro habría hecho hoy una ampliación de Os outros feirantes, con Sánchez de tratante mayor. Porque como si de un trato de feria de lo más primitivo se tratara, con unos y otros fue chalaneando la duración del estado de alarma. Primero ofertó seis meses y medio, después lo rebajó a cuatro tras la contraoferta de Casado y por último –de momento– lo dejó en dos para agradar a Rufián.

    No es la primera vez que la salud entra en la subasta política. Recordemos que el metro y medio de distancia como medida de seguridad se tomó en medio del regateo, ejerciendo en esa ocasión Sánchez y Arrimadas de feirantes. Y no hablemos de los engaños. Recordarán cuando la mascarilla no era aconsejable para la población en general, las manifestaciones tipo 8-M o los mítines multitudinarios –el de Vox fue ese mismo día– no suponían riesgo. Lo decía el doctor Simón y el ministro Illa. O cuando la vicepresidenta económica Calviño –la cabeza mejor amueblada del Gobierno– pronosticaba que los efectos económicos de la pandemia serían “poco significativos y transitorios” en España.

    Nadie sabe cuánto va a durar esta plaga. A falta de otras herramientas legales, que Sánchez se niega a utilizar, dependerá de los laboratorios de medicamentos. Demos pues por obligado el instrumento de la alarma, pero lo que resulta inaceptable es la negativa a someterse al control parlamentario. Medidas tan excepcionales, con toque de queda de resonancias bélicas incluida, han de ser ratificadas periódicamente por los representantes de la soberanía popular. Franco murió hace 45 años.

    29 oct 2020 / 00:00
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