Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

La ministra maravillas

HASTA que llegó al poder el actual Gobierno, el cupo de componentes y las esferas de trabajo del elenco ministerial llevaban años como algo fosilizado, reacio a los conceptos de modernidad, cambio y progreso. Ahora, en medio del pavoroso desastre canario, la ministra señora Reyes Maroto, en urgente comparecencia de prensa ha acabado de un plumazo con tan indeseable situación. A la primera oportunidad y aprovechando la epidemia de incontinencia verbal con la que nuestro Gobierno generoso nos premia, ella, la ministra, garbosa y simpática frente a las cámaras, ha hecho alarde de fina y precisa locuacidad informativa invitándonos a compartir la temible erupción volcánica que arrasa tierras y casas de nuestras Islas Afortunadas, La Palma concretamente.

La destrucción y ruina que la erupción atronadora sigue provocando han sacado a la luz los impetuosos arrestos turísticos de la siempre sacrificada gobernanta, que ha convertido el dantesco panorama de la isla en un “maravilloso espectáculo”, añadiendo que para el Gobierno era lo más importante “dar tranquilidad a los turistas”. Así, por el hilo del incendio se saca el ovillo del turismo. Naturalmente, ¡cómo se va a comparar el sencillo ciudadano isleño con el turista germano o incluso francés!. Como contrapunto patético, un hombre que estaba viendo desaparecer su casa ante las cámaras, recordaba el esfuerzo y sacrificio que le costó construirla... y lo súbito y triste de su pérdida, devorada en segundos por el avance incontenible de la lava.

Una y otra vez, con frecuencia digna de mejor causa, miembras o miembros del aparato (pronto aparata) gubernamental nos obsequian con estas hermosas perlas cultivadas, arquetipos de la ignorancia, de la falta de sensibilidad, de la estupidez y del disparate. ¿Quién da más? No lo sé. ¿Lo hacen a propósito. Tampoco lo sé. ¿Ha cambiado radicalmente la percepción estética de ciertos sucesos? Es posible. ¿Diría lo mismo doña Reyes maravillas si fuese su casa la que ardiese como una antorcha mientras los turistas disfrutaban del novedoso espectáculo? No lo creo, sinceramente.

La realidad tiene casi siempre una dimensión superficial y otra profunda, y esta última es con frecuencia oscura e inquietante. ¿Cómo es posible largar por boca sin un átomo de cordura, con tan inconcebible torpeza y ante un micrófono del que tanta gente estaba pendiente? ¿Cómo se puede llegar a ministra y asumir la alta responsabilidad del cargo con tan mísero bagaje de sensibilidad, de cultura, y de la más mínima prudencia expresiva? Lo ignoro. Pero lo peor es que lo que subyace: se trata de una ministra, de una mujer con poder y mando sobre toda una nación: no de una ciudadana más, irrelevante e irresponsable ante la ciudadanía, sino de una representante de esta, a la que debe servir con decoro y dignidad.

Lo impresentable de lo dicho no pasa del sonrojo. Tuvo doña Reyes una oportunidad para pensar lo que iba a decir y la desaprovechó. ¡Qué pena! Pero cuando los problemas son complejos y las circunstancias vienen muy mal dadas, ¿se cumple aquello de que para gobernar no se necesita un currículo brillante, ni cierta solvencia intelectual, ni experiencia laboral... sino que vale cualquiera y el mejor es el que ha crecido a la deleitosa sombra del Partido? Yo creo que no. De eso, ya ven, estoy seguro.

Tampoco el jefe Supremo rectificó como debía a su ministra. Pero el jefe, ya se sabe, es un clásico, y en esto, como en otras muchas cosas, tiene bula y de ella saca provecho aunque no lo veo yo muy arrimado a la Iglesia. Cierto que todos somos parecidos, pero no iguales. ¡Qué quieren que les diga!

11 oct 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito