La Nación toma nota
ESTÁBAMOS avisados. Hace dos años que en sesión parlamentaria la diputada popular Cayetana Álvarez de Toledo dejó en el diario de sesiones del Congreso el entonces inimaginable vaticinio:
“Ustedes quieren reformar el Código Penal para beneficiar a una persona concreta; a un hombre que confunde el diálogo con la claudicación ante el separatismo; a un hombre que ha mostrado su desprecio absoluto por los constitucionalistas catalanes, héroes de la resistencia democrática; a un hombre que contrapone los votos a las leyes, como si pudiera haber democracia sin ley, y a un hombre que considera que la Constitución de 1978 está amortizada. La suya es una reforma ad hominem, sí, pero esa persona no es aquélla en la que todos ustedes están pensando. No es el presidiario Junqueras. Es el presidente Sánchez. La suya es una reforma ad Sánchez”... “Lo que ustedes buscan es borrar el delito de lesa democracia que han cometido pactando el Gobierno de España con un condenado por sedición. Lo que buscan ustedes es la amnistía. La amnistía de ustedes. La Nación toma nota”.
Será difícil encontrar en el histórico del aludido diario de sesiones de las Cortes tan claro diagnóstico y más certero vaticinio de la causa última del actual Gobierno en su consciente y acelerado control de los poderes del Estado y del propio Código Penal, ajustándolos a su obsesiva intentona de perpetuación en el poder.
Que dos años después las palabras de Álvarez de Toledo se conviertan en certero relato, certificado por los hechos de lo que está aconteciendo ahora mismo, pone en evidencia las lagunas que la Carta Magna y su perversa utilización por los sucesivos partidos en el Gobierno han ido dejando como imborrable marca de desnaturalización democrática, incapaz de hacer valer los previstos cortafuegos que impidieran la toma de poderes absoluta por parte del Ejecutivo, enterrando de nuevo a Montesquieu. Lo evidencia la desvergüenza del presidente al anunciar mayor generosidad con los malversadores de caudales públicos para beneficiar a quienes atentaron contra la Constitución, ¡que se conmemoraba ese mismo día!.
Con el Ejecutivo hincado de rodillas ante las exigencias de independentistas y populistas, en total aceptación por un desvirtuado socialismo –enmudecido y subyugado por su chamán–, con la oposición incapaz de aunar los suficientes apoyos para sacar a España del precipicio, sólo la sociedad civil es capaz de revertir la situación por la única debilidad que ha evidenciado el presidente, su verdadero talón de Aquiles; la toma de las calles. Circunstancia que necesita de lo que en no probada interpretación del comportamiento animal se ha definido como “el mono número 100”, la toma de conciencia de hasta cien miembros más uno de una misma especie para que un conocimiento o sensación se universalice en el resto del grupo.
La vorágine de continuados atentados contra el sistema democrático sigue sumando granos de arena que acaso hagan verdad, por insoportable acumulación, el propósito de la diputada
–inexplicablemente marginada por su partido– de que “la Nación toma nota”. Si no, nos queda la esperanza de alcanzar el mono número 101.