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La Palma desde Galicia

    DESDE Galicia llevamos casi dos semanas conteniendo el aliento ante las circunstancias de los habitantes de la isla canaria de La Palma. En el mismo momento en que se detectó la activación del volcán de Cumbre Vieja y se comprobó cómo amenazaba los hogares y el futuro de muchas familias isleñas, comenzaron las muestras de solidaridad del pueblo español y muy particularmente de mucha gente gallega. Porque las Islas Canarias son más que un destino turístico sin parangón.

    También constituyen un territorio amable y hospitalario para muchos de nosotros. Galicia es tierra de emigrantes y todos tenemos amistades oriundas de nuestra Comunidad que fueron acogidas en esas Islas con la generosidad y dulzura que caracteriza a sus habitantes.

    Quienes hemos viajado al archipiélago canario tanto por ocio como por motivos laborales, nos hemos encontrado durante los vuelos y en los aeropuertos a numerosos gallegos compartiendo sus historias vitales en unas Islas que les dieron cobijo y trabajo en el sector turístico y de servicios, pero también en la construcción, o en ámbitos como el agroalimentario y el sanitario. Por eso el pueblo gallego estará siempre en deuda con esa tierra que ahora ve sufrir.

    Tienen los canarios un carácter mayoritariamente tranquilo, apacible y hospitalario. Generosos, dulces y muy educados, atesoran sus mujeres y hombres un peculiar dialecto que los hace todavía más atractivos. Su característica afabilidad quizá sea el resultado de convivir con visitantes, turistas e inmigrantes de las más diversas nacionalidades y condiciones sociales.

    Incluso su situación geográfica y sus vicisitudes históricas les han llevado a establecer contactos estrechos con países latinoamericanos, con el mundo anglosajón, con Portugal y con el Continente africano. Y han sido capaces de incorporar lo mejor de todas esas ricas influencias a su forma de vida sin renunciar a su singular y seductora idiosincrasia.

    Estos días nos piden al resto de los españoles que cuando el volcán deje de rugir y escupir lava no nos olvidemos de todas esas familias que seguirán padeciendo las consecuencias de un fenómeno natural tan inevitable como devastador; y nos recuerdan que ni siquiera ahora la Isla de La Palma se reduce a las hectáreas arrasadas por el volcán.

    Más aun; a medida que avanzan los días y las coladas de lava, y que nuevos barrios son desalojados, surgen voces que denuncian casos de especulación relacionados con lo que llaman “turismo de volcanes”, e incluso ejemplos de periodismo amarillista. No parece el momento más apropiado ni para el turismo ni para exhibir la desgracia ajena.

    Es tiempo de solidaridad, y de ayuda urgente y eficaz que palíe el sufrimiento y las pérdidas de los habitantes de una Isla Bonita que pronto volverá a serlo; pues, según dicen los expertos, la naturaleza es sabia, e incluso los más devastadores volcanes son a la larga regeneradores y revitalizadores de ecosistemas.

    01 oct 2021 / 01:00
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