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La pandemia de las mentiras

    ANCLADOS en la autocomplaciente y continuada soberbia de creerse/creernos por encima de toda crítica, en superioridad fondeada en la vana pretensión de estar al cabo de los arcanos que se escapan a la gente del común, el periodismo de ahora mismo sufre una de las más graves crisis de cuantas ha padecido a lo largo de la historia. Grave por afectar a la propia esencia de la profesión, a los irrenunciables valores de la credibilidad y del servicio a la verdad.

    Así lo refleja el informe anual Digital News Report, del Reuters Institute que concluye, en referencia a nuestro país, que por primera vez desde la existencia del estudio son más los españoles que no confían en los medios de comunicación que aquellos otros que le otorgan su favor –afirmación refrendada por el Eurobarómetro de la UE en abril del pasado año–. Peor aún, uno de cada tres ciudadanos no tiene interés ni se fía de las noticias que se le brindan. Es decir, una perniciosa “fatiga de las noticias”, como se titula el referido informe.

    Entre las razones que más han pervertido esta consciente, por voluntaria, claudicación de la deontología profesional cabe enunciar:

    La incidencia en los medios de la transformación digital que, lejos de propiciar un periodismo de calidad y universal accesibilidad como se esperaba, ha claudicado ante el imperio de las redes sociales y del apresurado clic, donde la verdad se supedita a las conveniencias del momento, contaminando a la profesión periodística –emuladora de los trending topic y de esas briznas de información que ofrecen los limitativos tuits– hasta hacer de los periodistas meros intermediarios en vez de generadores de opinión.

    La preocupante deriva de las empresas que a causa de su situación financiera dotan sus plantillas de profesionales menos expertos, con mayor precariedad laboral y salarios más reducidos lo que trae como consecuencia la elaboración de contenidos de menor calidad. Más aún, lejos de la apuesta por el rigor y la información, lo fían todo a un amarillismo informativo que se sublima en titulares espectaculares o asombrosos que dan paso al volátil humo de una información inexistente, los llamados clickbait que tanto abundan en esos rápidos resúmenes de noticias que ofrecen las plataformas telefónicas.

    La claudicación de los profesionales en lo que aquí conocemos por “estar quemado” y que los especialistas califican como Bournout. El también llamado síndrome de desgaste profesional de quien ve la discordancia entre sus propios ideales y ambiciones y la realidad de una vida laboral anclada en la monotonía.

    La preocupante falta de formación genérica de profesionales capaces de afirmar en un muy seguido programa televisivo que los jueces no tienen por qué conocer las leyes de lo que sentencian ante el silencio complaciente de una decena de compañeros.

    Por fin y en consonancia con los tiempos y la decadente sociedad actual, estamos en lo que Ramón Salavarría, catedrático de Periodismo de la Universidad de Navarra, llama con resignada preocupación la “pandemia de las mentiras”.

    Sin que, en el panorama inmediato, parezca adivinarse mejora.

    07 ene 2023 / 00:00
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