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La supresión del latín, un gran fallo

SE están elaborando nuevos planes de enseñanza. Es incomprensible la raquítica presencia en ellos de la Lengua Latina –no digamos ya de la Griega–, por sus efectos negativos en nuestra cultura. Nos encontramos en un período de decadencia. Creen algunos que el verdadero saber consiste en las investigaciones tecnológicas y no en las Humanidades.

Si nos damos una vuelta por Europa, llegamos a la conclusión de que ninguna de las naciones progresistas ni ha suprimido ni ha despreciado olímpicamente el latín –véase el mal ejemplo de las facultades de Geografía e Historia en España–, como si fuera una disciplina exclusiva de eclesiásticos.

En todas las cuestiones etimológicas y semánticas no podemos dar un paso sin encontrarnos con palabras, cuya etimología procede del Lacio. El latín, en el habla culta, y el griego en los tecnicismos, son dos códigos de comunicación que intervienen en el español de hoy. Hablamos, sin darnos cuenta, con palabras clásicas.

Salgo hoy a la palestra –término griego = “lugar de lucha”– para explanarlo con el apelativo Fallo extraído del encabezamiento de este artículo.

Todos en esta vida cometemos algún fallo; es más, cuando estamos echando una partida de cartas, podemos oír expresiones tales como “tengo fallo de espadas” o bien “fállale el as de copas”. Este tipo de fallos nos resulta familiar, y es que todo el mundo comprende expresiones tales como “es un negocio que no tiene fallo”, “fulanito no ha cometido un solo fallo”. Diríase que este tipo de fallos nos resultan comprensibles.

Pero hay otro tipo de fallos que nos resultan más chocantes. Así ocurre en expresiones tales como “los demandantes están esperando el fallo del juez”. Pudiera parecer que estos señores estuvieran aguardando a que determinado juez “cometiese un fallo” para salir beneficiados en el pleito entablado. Pero, no es así. Y ello se debe a que, aún siendo palabras homónimas, no pertenecen a la misma familia etimológica.

EL FALLO 1, que podríamos denominar el humano, tiene que ver con la raíz del verbo latino fallere (pronúnciese fálere), que significa algo así como “engañar”, “inducir a error”, “pasar de largo o desapercibido”, y de donde, por tanto, “disimular”, “encubrir”, raíz ésta de fallere que ha sido muy productiva en castellano, y de donde derivan el verbo “fallecer”, empleado como eufemismo con el significado de “morir”, por cuanto que “el que fallece” pasa, en cierto modo, de largo, “desfallecer” en el sentido de “abandonarle a uno las fuerzas”, y también falaz “engañoso”, “falacia” = “cosa falsa”.

EL FALLO 2, que podíamos denominar el judicial, procede del verbo latino afflare (pronúnciese afláre) que significaría algo así como “soplar hacia algo”, “rozar algo con el aliento”, que de ahí pasaría a significar “oler la pista de algo”, y, finalmente, “dar con algo, encontrarlo”. La forma antigua FALLAR, en el sentido de “encontrar o averiguar los hechos”, pasó a significar “dar sentencia”, “emitir un veredicto”.

El lenguaje jurídico, siempre arcaizante, conservó en este caso una forma arcaica fallar, que pertenece a la misma familia de hallar y hallazgo, palabras éstas con un tratamiento más reciente en castellano de /f/ que pasa a /h/.

No debe, pues, confundirse este tipo de “fallos judiciales” con el fallar de “falso, fallido y falta”, que pertenecen a otra familia: la del verbo fállere y su derivado castellano antiguo fallir, aplicado a las cosas que no dan el resultado perseguido, en expresiones como “esfuerzos fallidos”, “un tiro fallido”, “negocios fallidos” etc. Pero dejémonos de fallos y confiemos en que los “negacionistas del latín”, después de estas explanaciones etimológicas sobre el mundo del fallo no sigan cometiendo, como lo vienen haciendo, desde hace setenta años, todos los gobiernos españoles de izquierda o de derecha –en esto han ido como en Fuenteovejuna todos a una–, el garrafal fallo de exterminar las lenguas clásicas de la Educación Secundaria y Universitaria, y fallen –aún están a tiempo– a favor del Latín y del Griego y de una presencia digna de éstos en los planes de estudio de esta España secular y gozosamente inculta.

19 ene 2023 / 01:00
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