La zozobra de Europa
NI Europa en su conjunto, ni la Unión Europea, su mayor y más excelso proyecto político, social y económico, pasan por su mejor momento. Al contrario. Vivimos tiempos convulsos, y el Viejo Continente se muestra más fatigado y dividido que nunca, hasta el punto de cuestionar ese concepto eurocéntrico que tantas envidias y recelos generó en la historia reciente. Se avecinan meses difíciles. Y los conflictos que hoy día registra la región amenazan con intensificarse.
No hay más que ver las tensiones entre Francia y Alemania para constatarlo. La primera se siente ninguneada, y teme perder la influencia que disfrutaba en los organismos intergubernamentales y supranacionales. Por su parte, Alemania se muestra dispuesta a defender sus intereses económicos, industriales y empresariales aun a costa de deteriorar los lazos políticos del eje franco-alemán.
Esta semana Scholz y Macron se reunieron en París para revisar sus divergencias en política energética y de defensa. París achaca a Berlín su larga dependencia del gas ruso. Berlín le critica a París su obsesión con la energía nuclear. París decidió bloquear el MidCat, permitiendo el suministro de gas e hidrógeno a Europa desde España sólo a través del BarMar, un conducto submarino o corredor verde Barcelona-Marsella. Scholz plantea un escudo antimisiles con 15 países del norte y el este, y con tecnología estadounidense e israelí. Macron busca alternativas con Italia, y trata de imponer su tecnología e influencia.
Entretanto, España e Italia pierden peso, y sus gobiernos generan recelos y desconfianzas. El primero, debido a sus socios comunistas, separatistas, independentistas y filoterroristas. También por los recelos de la coalición frente a la OTAN. La República Italiana (al igual que Suecia) estrena Gobierno, con fuerzas discrepantes y un componente nacionalista y antiinmigración que puede hacer resurgir un cierto euroescepticismo.
La excepción ibérica en el mercado eléctrico de España y Portugal irrita a varios socios, y las ayudas de 200.000 millones que destinará Alemania a empresas y familias supone insolidaridad y competencia desleal en la UE.
Finalmente, Hungría sigue díscola. Por su parte, Polonia se convierte en un pilar ineludible a nivel diplomático; y, junto con los países del este y el norte de Europa, provoca, con la ayuda de la propia Alemania, que la balanza del poder estratégico y de las decisiones se incline cada vez más hacia el este. La guerra en Ucrania y la respuesta frente a la invasión rusa también generan fricciones.
En medio de todo ello, la UE riega con dinero a los países que lo necesitan; unos Fondos Europeos que luego ciertos Gobiernos utilizan, invierten y reparten de manera partidista y electoralista, lo cual también genera suspicacias en Bruselas. Lo dicho; vivimos tiempos difíciles.