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Las embajadas del diablo: los estados

    EL Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (Sipri) acaba de publicar su informe sobre el comercio mundial de armas. Por primera vez desde 2005, en los últimos cinco años (2016-2020) se compró menos armamento que en el lustro precedente (-0,5 %), por algo más de 95.000 millones de dólares al año. La caída de las exportaciones rusas y chinas contrasta con el aumento de las ventas de EE. UU., Francia y Alemania.

    EE.UU. elevó sus ventas un 15 % y se consolida como el principal exportador con el 37 % del total, Rusia 20 %, Francia 8 %, Alemania casi lo mismo que China un 5,5 % y Gran Bretaña 3 % lo mismo que España. Arabia Saudí, gobernada por una violenta tiranía oscurantista, se afianzó como el primer importador global, al elevar sus adquisiciones un 61 %. Qatar multiplicó casi por cinco sus compras de material militar.

    Por caso, los roces de Turquía con Grecia y Egipto por los hidrocarburos en el Mediterráneo han provocado que Atenas y El Cairo refuercen su capacidad naval. El régimen egipcio, tercer receptor mundial, compró un 136 % más de armamento que en los cinco años anteriores. Y, por cierto, hay muchas dudas sobre la transparencia en el manejo de los fondos, por no decir que resulta obvia la corrupción que suele acompañar al tráfico de armas.

    Los mayores importadores son Arabia Saudí con el 11 % del total global, India 10 %, Egipto 6 % y Australia 5 % al igual que China. Por otro lado, el Gobierno británico decidió ampliar su arsenal de armas nucleares por primera vez desde la caída de la URSS y elevará el arsenal de ojivas de 180 a 260, un aumento de casi 45 %, citando a Rusia, y en menor medida a China, como las principales amenazas.

    En fin, si algo queda claro de este informe es que los compradores de armas son los estados, los ilegales ni siquiera son tomados en las estadísticas ya que son marginales. Otra cosa que queda muy clara es que las razones defensivas son, precisamente, a partir de las imposiciones estatales. Por caso, “la defensa” de las fronteras y límites impuestos por los políticos, ya que los ciudadanos no tienen problema en cruzar las líneas divisorias, diseñadas por los burócratas, para comerciar o visitar amigos y lugares.

    Por supuesto que la excusa de los estados pacíficos es que quieren las armas para disuadir cualquier ataque. Mas allá de que la defensa es algo arbitrario, ya que todos los atacantes dicen defenderse de algo, si las armas fueran disuasivas no existiría el terrorismo, que tiene una capacidad militar muy inferior, ni a la guerra de Vietnam la hubieran ganado los guerrilleros.

    La verdad inconfesable de todo esto es que los estados son el monopolio de la violencia, son la violencia, con la que imponen desde sus fronteras, y pasando por la necesaria exigencia coactiva de tributos sin la cual no podrían existir, hasta leyes de todo tipo que, precisamente, son imposiciones coactivas en contraposición con las leyes de la naturaleza como la de la gravedad o la necesidad de un hombre y una mujer para la procreación.

    Corolario: sería utópico pensar que los estados desaparezcan, pero si queremos menos armas y más producción para la vida, si queremos paz, debemos trabajar para que se vayan achicando, para que recurran cada vez menos a la violencia y a sus imposiciones coactivas.

    22 mar 2021 / 01:00
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