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Las ideas que no vivimos

    Por diferentes circunstancias, laborales, viajes, compromisos varios, se me ha echado el tiempo encima y aunque es ya sábado por la tarde, todavía no he enviado mi articulo semanal a mi editor, José Manuel Rey. De hecho estoy escribiendo este artículo en Valencia, son las 5 de la tarde, estoy en medio de la fiesta de Cumpleaños de mi amiga del alma Monica Duart, una emprendedora y empresaria, propietaria de DORMITIENDA, FORZZE, y Presidenta de la Fundación que lleva su nombre, dedicada a la investigación y concienciación de la importancia del descanso y del sueño. El iPad descargado y encuentro un enchufe que está al lado de la puerta del baño. Cojo una silla y me siento a escribir mientras escucho de fondo la canción de Loquillo, Cadillac Solitario y a la gente saltando y cantando.

    En ese momento, y al estar en un paso obligado a ese sitio que es de obligada visita, se me acerca otro gran amigo, Luis Motes, periodista importante e influyente en la Comunidad Valenciana, emprendedor y dueño de una de las Agencias de Comunicación más importantes de España DoYou Media, y me ve que estoy abriendo la tablet y me mira extrañado. Le explico que tengo que escribir el artículo para el periódico, que él lee también cada domingo y que estoy fuera de hora. Me mira con cara de “este no es el mejor sitio ni momento para concentrarse y me pregunta si ya se al menos de qué voy a escribir”. Le confieso que no y me dice que si necesito ayuda le diga que él me puede aportar varias ideas. Le pregunto: ¿tú de qué escribirías?, y me dice con cierta gracia que lo haría sobre como la tecnología y las pantallas nos alejan de las personas. Le sonrío y se va para dejar que me concentre, mientras yo me quedo pensando que el tema del daño de la tecnología en lo que a las relaciones humanas se refiere está ya muy manoseado, aunque sea un grave problema al que no queremos enfrentarnos, porque en realidad significa también renunciar a la adicción en la que en más o menos medida y con más o menos excusas hemos caído gran parte de la humanidad, así que no me apetece ponerme a lidiar ese toro hoy.

    Pero necesito generar una idea para engancharme y ponerme a escribir. Paro de “teclear”, y no se me ocurre nada, hasta que me doy cuenta de que en la propia incapacidad momentánea de ponerme a pensar, favorecida por el ambiente y el permanente trasiego de gente al baño, que me hace detenerme una y otra vez, y explicarles lo que estoy haciendo, está el propio germen que necesitaba para ponerme a escribir: la importancia de ponerse a trabajar en pos de las ideas. Resulta que todos logros a todos los niveles que los seres humanos hemos alcanzado desde el principio de los tiempos han nacido de una idea, verdad?, pero eso no basta. Ahora he recordado una de las lecciones más importantes que he recibido en mi vida al respecto y fue a los 5 años de edad por parte de mi querido primo también del alma Fernán que tenía entonces él 6 años. Estábamos juntos todo el día, porque vivíamos en la misma escalera puerta con puerta. Una tarde, muy exaltado y contento por algo que habíamos vivido, yo le dije que pensaba que éramos diferentes de otros niños del barrio porque teníamos muchas ideas. Mi primo me miró y me dijo con voz muy de sentar cátedra “No Miguel, no somos diferentes por eso. Todos los niños tienen ideas, lo que nos diferencia de ellos es que nosotros las ponemos en práctica”. Recuerdo perfectamente que me impacto mucho su respuesta y que marcó mi conducta para toda mi vida. Desde entonces, me di cuenta de que en el mundo, todos en realidad, nos pasamos la vida diciéndonos a nosotros mismos y a los demás “tengo una idea”, con un sentido de autocomplacencia a veces pensando que somos muy inteligentes, creativos o ingeniosos, pero ahí se queda. Como contraposición nos sentimos tristes, débiles o frustrados, porque no vemos la forma, o no nos atrevemos, o nos llenamos de excusas para no llevarlas a cabo. Hemos creado un modelo social en el que cuándo alguien se sale de la norma en el sentido de lo mediano o lo estándar, lo criticamos, lo despreciamos, lo intentamos “reinsertar”, o lo expulsamos. Y eso es solo por nuestro miedo, nuestra frustración, nuestra mediocridad, nuestro complejo, nuestra envidia....

    Porque en realidad es que quien se atreve, quien se lanza, lo que hace es ponernos frente al espejo de quienes querríamos ser y no somos. Pero yo digo que no somos porque en realidad no queremos. No. No queremos de verdad. Muchas veces creemos que son lo otros, los demás los que tienen lo necesario para hacer cosas diferentes, pero no es verdad. Todos somos los demás, los otros. Porque para los demás, para los otros, nosotros somos los demás. Todos somos los otros para alguien. Todos tenemos ideas. Todos somos capaces. Todos tenemos cualidades y capacidad. No todos para todo, pero si todos y todo para lo de cada uno, para lo que cada uno siente y sueña. Solo hay que ponerse, como he hecho yo con este artículo.

    No sabía de qué escribir, pero al empezar a hacerlo, surgió la magia de que subyacía en la propia esencia de la ausencia de la idea. Quiero decir que es en la acción donde a veces podemos encontrar el camino, el sentido y el objetivo mismo. Caminemos aunque no sepamos en qué dirección, ni por qué, ni para qué... Cuando iniciamos un camino, cualquier camino, van a pasar cosas en nuestra vida que pueden hacernos encontrar sentidos perdidos u olvidados, soñados o incluso, nunca soñados. Imaginaros el poder de esta reflexión que está científicamente comprobado que si por ejemplo estamos perdidos en medio de la nada, nuestra posibilidad de supervivencia aumenta en función de lo que nos movamos del sitio. Es decir que excepto que estemos seguros de estar donde queremos estar, o en el ejemplo que acabo de poner estemos perdidos en un sitio, donde sepamos fehacientemente que los servicios de rescate tienen nuestra posición, movámonos porque en el ejemplo tenemos más opciones de salvarnos y en la aplicación del ejemplo en nuestra vida, tenemos más posibilidades de vivir una vida con mayúsculas.

    Nos han hecho creer que las ideas, el deseo son anteriores a la voluntad, es decir primero deseo y pienso que quiero un coche nuevo y después hago a través de la voluntad lo necesario para conseguirlo. Pero es justo al revés. El acto volitivo, la voluntad, es anterior al deseo y a la idea incluso. Es decir que antes de que surja en nosotros el deseo profundo de algo o esa idea increíble, lo que ha sucedido en nuestro interior de forma inconsciente es que ya nos hemos comprometido a través de la voluntad con nosotros mismos para hacer todo lo que haya que hacer para conseguir lo que sea. Y entonces surge el deseo o la idea. Y lo único que necesitamos para que suceda es ponernos en acción. Suena de fondo 20 de Abril de Celtas Cortos.... y mi amigo Quique me dice que acabe ya. Sigue la fiesta de Mónica y de la Vida y he decidido caminar hacia ella.

    01 may 2022 / 01:00
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