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Las voces de 2020

    EL comienzo de un nuevo año es una oportunidad que nos da la vida; una fecha idónea para recapitular y reflexionar sobre el pasado, y también para proyectar nuestro futuro. Mucho se ha deseado el fin de 2020. Un año aciago por excelencia que nos ha llevado a poner todas nuestras esperanzas en el 2021.

    Todos reconocemos el dolor, la angustia y la tragedia que nos deparó el año que ya despedimos; pero de los meses pasados también podemos sacar conclusiones y lecciones que nos guíen en el ciclo que ahora iniciamos.

    En 2020 aprendimos a trabajar a distancia desde el hogar, con las ventajas y los inconvenientes de la convivencia en unos casos y de la soledad en otros, volcándonos en las nuevas tecnologías, y descubriendo otras formas de relacionarnos socialmente.

    También se evidenció la importancia de nuestros profesionales, y se revalorizaron las figuras de sanitarios, investigadores, docentes, fuerzas de seguridad, y todos cuantos contribuyen a servir a la sociedad tanto en el ámbito privado como en el público.

    Nos hemos acostumbrado, e incluso deleitado al escuchar las voces y opiniones autorizadas de esos profesionales que, lejos de los discursos populistas de nuestros políticos de uno y otro bando, nos proporcionaron información, consejos, y hasta consuelo y esperanza.

    Va a ser difícil que la sociedad actual se conforme con voces menos acreditadas a partir de ahora, porque los expertos se han ganado nuestro respeto, y sus declaraciones públicas han despertado nuestro interés. Sus opiniones y su valía habían sido silenciadas en países como el nuestro, hasta el punto de que muchos se vieron obligados a buscar sustento y proyección profesional fuera de nuestras fronteras.

    Ahora se han evidenciado las consecuencias de lo que ya sabíamos que estaba sucediendo: que faltaban sanitarios, investigadores y profesores para cubrir las necesidades de una nación incluso en circunstancias normales; una escasez de recursos humanos que se podía convertir en trágica en momentos de crisis como el provocado por la pandemia.

    Nuestros sanitarios nos han descrito las circunstancias en las que desarrollaron su trabajo, que no era otro que cuidarnos y devolvernos la salud, muchas veces a costa de la suya propia. También nuestros investigadores nos han demostrado que si sus proyectos no avanzaron más rápidamente fue por falta de infraestructuras y de un apoyo económico y humano que no se puede paliar con ayudas de última hora.

    Incluso los profesores nos han contado cuán difícil es ocuparse de un número excesivo de niños y niñas que provienen de hogares con diferentes recursos y circunstancias. También las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado han estado más que nunca al lado de la sociedad, mostrándonos la generosidad de sus múltiples y variados servicios a la ciudadanía.

    Por eso, al igual que las nuevas vacunas, nuestros profesionales han sido y seguirán siendo el verdadero principio del fin de la pandemia.

    03 ene 2021 / 01:00
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