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Los extremos son especialistas indispensables

    Existe la teoría que en el fútbol moderno no hay lugar para los extremos, desgraciadamente lo vemos en muchos partidos. El juego ha cambiado y lo que se pide a esas posiciones también, sin embargo, lo necesidad ahí sigue. Relacionamos al extremo con la amplitud, si no llega a la línea de fondo no es extremo, esto se dice a menudo por romanticismo, por conocimiento o por necesidad. La realidad nos avisa de que los extremos están en el punto de mira. Sin embargo, la problemática va más de modelo, de estilo, que de nomenclaturas tácticas. Se imponen las modas, se imponen las etiquetas, las pautas de comportamiento general que hace que unos hagan lo que otros y que no se busquen fundamentos particulares. El juego es un conjunto de individualidades y cuantas más soluciones aporte cada uno más enriquece al colectivo.

    La academia hace mejor a los menos agraciados por el talento, pero también mediatiza, encorseta a los bendecidos, desperdiciando y perdiendo muchos talentos en el camino.

    Jugadores como los regateadores están escaseando, eran necesarios en los inicios y lo seguirán siendo en el juego moderno por mucho que las nuevas ideas los ensombrezcan. El uno contra uno para superar rivales por habilidad o cambio de ritmo están en su ADN y los equipos que poseen jugadores de este tipo generan superioridad. Se asentó la estructura, el posicionamiento y la idea de que jueguen los zurdos en zona derecha del campo y los diestros en la banda o carril izquierdo, a eso lo denominan en el léxico actual jugar a pierna cambiada. En los últimos años se puso de moda que los extremos jueguen en banda contraria y eso hace que en vez de jugar por los flancos se vayas hacia adentro, restando profundidad y velocidad al juego. Lo mayoría adopta una posición abierta en el campo mirando a su portero y de espaldas a la dirección de ataque, eso va contra los criterios de progresión, sobre todo, de velocidad y profundidad en el juego, es una posición antinatural, así el desborde del extremo, ese uno contra uno se reduce en tiempo y eficacia. Ganar los duelos aporta espacio y tiempo para el centro y el pase que acompañado de remate da emoción sin igual al juego.

    El espacio es la clave de este deporte, se gana más con amplitud para progresar y profundizar, son de mucha utilidad los extremos para jugar por fuera y terminar por dentro, donde está la meta. Ahora cuando llega arriba vuelve atrás para cambiar el ataque a los otros carriles, conformándose con tener la posesión y esperando que el rival se equivoque.

    Partimos de la base que hay una carencia a nivel formativo en la creación de extremos puros. Supongo que el entrenar siempre en espacios reducidos tiene algo que ver. No existen extremos puros, aquel jugador que desbordaba en situación de banda, ganando el uno contra uno para buscar el centro o el pase de la muerte, está en extinción. Realmente hay una carencia formativa, también por cómo ha cambiado el juego en los últimos años. El desarrollo del juego y el tipo de entrenamiento es lo que nos ha llevado a que haya una carencia de extremos natos y a su vez se retrasa a ese jugador para que pueda combinar mucho más, con posesión, en espera de que se cree ese espacio. No sé si es la gallina o el huevo, no sé si es que deja de haber extremos puros por no haber referencias o no sé si se dejan de hacer extremos puros porque existe la carencia de ese perfil de jugador.

    La cosa tiene repercusión para otros puestos como el de delantero centro, aquel rematador de cabeza potente, elevándose en el aire, con esa clásica plasticidad también ha desaparecido de nuestro juego.

    En fútbol hay especialistas puros como son los porteros, seguramente habrá que acudir en la procura y formación de puestos puros y específicos porque no todos pueden jugar de todo. Ha cambiado la percepción del juego y la percepción de los puestos y esa corriente va contra los especialistas. Desde el punto de vista mental, el extremo debe ser un jugador fuerte, un valiente que lo intenta donde otros no se atreven. Desde el punto de vista táctico, el trabajo del extremo ha cambiado, ya no es un arma para crear superioridades individuales con balón, puede crearlas de otro tipo y combinar más en corto.

    De biotipo atlético o normolíneo, también caben los bajos, que sean hábiles, muy rápidos, con aceleración y deceleración. Los identificamos como el 7 y 11 de siempre, con desborde que termina en centro al área, asistencia o en disparo a puerta y espero que los extremos no desaparezcan de ese bello deporte.

    18 ene 2023 / 01:00
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