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Los niños que sufrieron violencia de género, ¿pueden repetirla de adultos?

    Especialistas en violencia de género ratifican la premisa de que ningún maltratador es un buen padre. Esta consideración afecta directamente a quienes conviven con él bajo el mismo techo. En cifras de este año, en nuestro país han sido asesinados un total de 46 menores desde 2013 a causa de la violencia de género. Ha sido con la Ley 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, cuando se han empezado a considerar a los menores que experimentan los tipos de violencia de género (como propone la ONU de Mujeres: psicológica, física, sexual, vicaria o emocional, entre otras) en sus hogares, como víctimas de la misma.

    Profesionales en salud mental coinciden en que muchos de los niños que sufren violencia de género en sus casas son víctimas mudas, ya que no comparten el sufrimiento que soportan a diario. Asimismo, en ocasiones, las consecuencias que esto acarrea no son visibles en un primer momento, pero podrían descubrirse a lo largo de los años. Por añadidura, en la mayoría de los casos, hay una afectación que impacta en el desarrollo emocional y social del niño.

    Para Ana Bernal Triviño, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y periodista experta en violencia de género: “una parte de la sociedad está dispuesta y abierta a escuchar a las víctimas de la violencia machista y está comprobado que mucha gente no conoce lo que es verdaderamente la violencia de género”, certifica la autora de ‘No manipuléis el feminismo’ (Espasa). Según lo que ha podido conocer Bernal Triviño, la población en un alto porcentaje, tiene la idea de violencia de género como “el asesinato, el puñetazo o la violencia física, ignorando más variables que existen”, como recientemente ha ocurrido cuando la profesional ha explicado el concepto de violencia vicaria (la violencia que se ejerce contra la mujer a través de sus hijos), un tipo de violencia machista, desconocida por la inmensa mayoría.

    El asfixiante y controvertido silencio en las familias.Existe un profundo silencio en muchas familias y con él llega el tabú y el miedo a hablar. “Se suele demandar frecuentemente en los niños, un comportamiento superior al que les corresponde por edad. Es cierto que algunos de ellos se pueden poner en contra de la figura materna, en gran medida, por las decisiones que algunos jueces adoptan achacando a estas madres un falso síndrome de alienación parental, dictando que se pone a los hijos en contra de la figura paterna y, al final, son ellas las que pierden la relación con sus hijos, con lo cual desliga o rompe el vínculo materno”, clarifica Bernal Triviño.

    Por otro lado, la periodista confirma que otros menores desarrollan una función protectora hacia la madre, donde ayudan, denuncian o piden auxilio a vecinos cuando son testigos de los asesinatos de sus madres. “Creo que esa gran parte de la infancia en la que sufren –es muy difícil que reconozcan a sus madres como víctimas por la normalización de la que hablamos–, los niños crecen sin ningún tipo de asistencia psicológica, generalmente, porque no se procede a una denuncia. Por este motivo, muchas veces, puede hablarse de menores desatendidos y que arrastran secuelas de adultos”, remata la docente, quien confiesa que, muchos adultos llegan a reconocerse como víctimas de violencia vicaria y antes no habían querido verlo.

    Marta Márquez Barbosa, psicóloga sanitaria y neuropsicóloga infantil, sostiene que cuando se tratan casos en profundidad con hijos de mujeres maltratadas, aparece un trastorno de estrés postraumático (TEPT) a consecuencia de la violencia de género que se ha sufrido, oculta durante muchos años.

    La profesional apunta que cada caso es diferente y no todos los adultos repiten los patrones conocidos en su infancia. “Depende de cómo se haya producido esa situación y de las medidas tomadas, si se ha pedido ayuda profesional y cuándo tuvo lugar. No es lo mismo darse cuenta de lo acontecido de adulto, que de niño o adolescente”, declara la neuropsicóloga.

    En la actualidad y por fortuna, la violencia de género se visualiza más en la escuela. La experta conviene que los hijos pueden repetir patrones tras padecer violencia vicaria, aunque hace una aclaración: “pero, no tiene porqué resultar así al disponer de un contexto social sano que les proteja y apoye”. “La mayoría de los casos graves de violencia de género que llegan a sufrir algún TETP, no pueden revivir esas escenas, ni verlas en medios de comunicación, por lo que aplicarlo a otra persona resulta poco probable”, subraya esta psicóloga.

    Por el negativo modelado cognitivo y conductual recibido desde la niñez puede ocurrir que, conductas y pensamientos de forma implícita e indirecta aparezcan en posteriores relaciones sociales. Pero, esto puede corregirse con ayuda profesional y predisposición del implicado. “La prevención primaria en temas de violencia de género es esencial. Todo lo que se invierta en coeducación y feminismo es poco para evitar males mayores”, concluye Márquez Barbosa.

    15 ago 2022 / 01:00
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