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Los tres dones

    ÉRASE una vez un pueblo en el que vivían tres habitantes: don Debo, don Puedo y don Quiero. Don Debo sabía todo lo que tenía y lo que no tenía que hacer. Don Puedo conocía a la perfección lo que era capaz y lo que era incapaz de hacer. Don Quiero simplemente se dejaba guiar por sus deseos. Cada uno, en su casa, era feliz.

    Don Debo tenía sus rutinas y sus normas; su lista de cosas que debía hacer y también las de aquellas que estaban prohibidas. Don Puedo tenía sin embargo dos listas distintas. Por un lado, la de sus debilidades. Y por el otro, la de sus bondades. Don Quiero no acostumbraba a exprimirse tanto el cerebro. A él le bastaba con tener claro aquello que deseaba.

    Cada vez que Don Debo coincidía con Don Puedo saltaban chispas. Porque para Don Debo era complicado admitir que no podía hacer algunas cosas que debía. Y para Don Puedo era frustrante resignarse a no hacer aquellas que, pudiendo, sabía que no debía. Ahora bien. Todavía saltaban más chispas cada vez que alguno se cruzaba con Don Quiero. Porque si Don Quiero quería era difícil frenarle....

    Frente a don Debo y a su no se debe, don Quiero siempre encontraba un ejemplo para justificarse. Y frente a don Puedo y su no se puede, don Quiero siempre buscaba un camino para poder. No atendía a razones. No aportaba ar-
    gumentos. Es más. Cuando no le daban la razón, le molestaban mucho los de
    los demás, que solía descalificar. Jamás asumía culpas. Jamás admitía críticas. Por todo ello, Don Quiero era un veci-
    no de difícil trato.

    La pregunta es: ¿Nosotros de quién somos? ¿Somos de los que cumplen las normas o de los que las estiramos hasta conseguir lo que queremos? ¿Somos de los que argumentamos o de los que nos justificamos? ¿Somos de los que nos gusta que se haga cumplir la ley o de los que señalamos a los policías de balcón cuando enjuician lo que no queremos? ¿Somos de hacer lo que decimos o de vender consejos que luego no respetamos? ¿Somos de todo vale cuando lo quiero, o de lo quiero y por eso no todo vale? Pensémoslo... Porque en la respuesta a estas preguntas están buena parte de las soluciones del año que entra.

    Don Quiero, don Puedo y don Debo no deben plegarse sólo ante Doña Sanción. Así que preguntémonos: ¿Debemos hacerlo? ¿Podemos hacerlo? ¿Queremos hacerlo? Si la respuesta a cualquiera de estas tres preguntas es no, lo prudente es que de momento no lo hagamos. Así que, por respeto, no permitamos que don Quiero arrastre a don Debo y a don Puedo a dónde no quieren estar. Y es que la libertad de unos termina justo donde comienza la de los otros.

    07 ene 2021 / 00:00
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