¿Mala noticia para quién?

REY EMÉRITO. Tras largos meses de investigaciones sobre las presuntas irregularidades fiscales cometidos por Juan Carlos I y otras relacionados con negocios en los que supuestamente había participado, la Fiscalía prepara (al parecer) el cierre de las diligencias. Argumenta para ello la imposibilidad de perseguir delitos anteriores a su abdicación en 2014, las dos regularizaciones fiscales y la falta de pruebas, que evitan la presentación de querellas.

Sin embargo, al margen del plano judicial, del que parece que el emérito va a salir bien parado tras sufrir su figura un innegable desgaste, en torno a la figura del anterior jefe de Estado también hay un juicio paralelo a nivel mediático, social y político. Y ahí, independientemente de que terminase o no delante de un juez, la sentencia estaba firmada para muchos, que no tardarán en hablar de conspiraciones para salvar la Corona y pondrán en solfa los “déficits democráticos” del Estado.

En ese grupo estará Podemos, socio del Gobierno de coalición, que en su idea de liquidar la Monarquía y el llamado Régimen del 78 esperaba con entusiasmo ver al rey sentado en el banquillo de los acusados. Una situación humillante para la imagen del país, pero que no les vendría nada mal a la hora de acaparar titulares, hacer electoralismo y tapar de paso alguna que otra acusación sobre su financiación. No tardaron los portavoces morados en tildar al monarca, sobre el que pesa la presunción de inocencia, como el “mayor ladrón de la democracia” y calificar la decisión de aparcar las pesquisas como una “mala noticia”.

La pregunta es: ¿una mala noticia para España o mala noticia para su discurso político? S. A.