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Más sobre Almudena

    HE seguido rescatando fragmentos de conversación con Almudena Grandes. También fragmentos de memoria, que bien pueden servir de sencillo homenaje en estas horas tristes de su despedida.

    Era Almudena de las que hablaba a menudo de su forma de componer novelas, de su idea de la literatura. Era una conversadora intensa, torrencial incluso, y, con su conocimiento de la Historia, alimentado de una documentación profunda, ofrecía a menudo detalles sorprendentes.

    Otra de sus grandes virtudes residía en su capacidad para adentrarse en los territorios individuales, para leer la Historia a través de las personas concretas, de tal forma que conseguía crear un territorio donde la ficción y la realidad formaban una unidad indisoluble: los personajes inventados tenían que parecerse a los reales, se cruzaban con ellos, pero al tiempo tenían que resultar creíbles e incluso cercanos para el lector actual.

    Un día me contó lo de Negrín y Francisco Ayala, cuando hablábamos de ‘Los pacientes del Doctor García’. “Yo no escribo novela histórica, la verdad”, me decía. “En las novelas históricas hay mucho personaje importante y eso no es lo fundamental para mí. Y no suele haber muchos tacos, ni interjecciones... ¡Y esas frases, que parecen esculpidas en granito! Así que le preguntaba cosas a Paco Ayala, al que tuve la suerte de tratar mucho, y que se murió con 103 años, y que fue reclutado como agente por Negrín (en el 38 de fue a Checoslovaquia con una cobertura diplomática a gestionar una de esas improbables ventas de armas de la República que nunca salían...). Y mi Negrín tiene mucho que ver con lo que me contaba Ayala: me decía cómo era Negrín, cómo se movía, cómo hablaba... Por cierto, lo tenía harto, yo creo, con tantas cosas que le preguntaba (risas). Cuando escribía el guion de ‘Inés y la alegría’ necesitaba saber si en los años 30 se daban cortes de manga... y, claro, se lo pregunté a Ayala. Me miró con sorna y me dijo: ‘¡naturalmente!’ Yo necesitaba saber que eso se hacía en esa época. Yo trato a los personajes como si fueran de una ficción contemporánea, pero a veces tienes que enfrentarte a problemas con el registro lingüístico. Por eso necesito saber si se dicen tacos, y cosas así”

    Almudena Grandes me contaba su método literario, que había consolidado mientras escribía ‘Los aires difíciles’. Consistía en escribir varios cuadernos, con todas las indicaciones sobre la novela. “Eso mucho antes de redactar la primera línea”, me decía. “Me cuento el argumento a mí misma, por escrito. Con detalle. Aunque luego muchas cosas cambien. Y trabajo los personajes por separado, sean reales o de ficción. Eso puede llevarme un año, o más, porque tengo que saber todo de ellos: su infancia, sus relaciones... Más tarde hago desarrollos sectoriales de la novela y, finalmente, me dedico a armar la estructura, que es, siempre, lo fundamental: de la estructura depende todo. Una novela es como una casa. Lo importante es que sea sólida”, afirmaba.

    Lo más duro de los ‘Episodios’ fueron los finales: “Cuando empecé con la serie me preocupé por los finales: sabía que no habría ningún final feliz. Eso para un escritor es un poco jodido... Pero claro, esta serie es una crónica de un fracaso. Quizás no para nosotros, que al menos estamos aquí, pero sí para los personajes”. Tampoco creía en un pensamiento objetivo. “Verás, yo estudié Historia y me sirvió, sobre todo, para saber que la objetividad es una quimera. Todos vemos el mundo desde nuestros filtros, desde nuestra ideología. No, no aspiro a ninguna neutralidad”, remataba sin inmutarse.

    29 nov 2021 / 01:00
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