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Mi mundo hacia atrás

Me excuso como puedo. Incluso me perdono. Verlos llegar a ellos, tan sonrientes, tan dispuestos a decirte, al margen de lo mucho qe te quieren,un poco lo que añoran tu presencia, y cómo les duele la distancia que nos separa... Ellos, los dos nietos de mi hija mayor, viven lejos, en Holanda, pero chica y chico, estudian en Inglaterra, ella en Lancaster y él en London. Ella astrofísica, fase ya de master; él abordando el segundo trayecto de Comunicaciones Internacionales. Sus padres están metidos en el trabajo sin trabajo, de tecleo infinito, de presencia que no lo es, por más que nos enseñen en la pantalla las bermudas recién planchadas o el modelito de blusa de relieve, porque la calefacción funciona y el abismo de precio que empequeñece la soldada no suele mermar mucho el resultado final. Y yo, a lo mío, a rebuscar donde no sé lo que dejé anoche bien guardado, tanto que no doy con ello. Pero, ¿cómo se titula el artículo?, me pregunta el experto, mi segundo hijo, que aún está en Bilbao con un brazo en cabestrillo y la clavícula entablillada, tras la suma de inundación y caída de bici, hace unos días y la operación consiguiente... ¡Qué no vengan, diles que no vengan! No puedo con ellos; soy un carca nada sentimental, escatimo los símbolos y las imágenes de la Navidad, nos hablamos por vídeo-no-sé-qué...

Es igual, quieren venir a casa de los abuelos en Boiro y aparecen... Los cuatro de Holanda llegaban el pasado lunes a la una de la tarde al aeropuerto de Santiago. Por supuesto, a las cuatro de la tarde terminamos el almuerzo todos contentos. ¡Anda que si no me hago yo cargo de la cocina, la mesa y sus sucedáneos en el comedor de gala...

Lo contemplo todo desde la distancia. A veces se me escapa un gesto de absurda satisfacción, como si quisiera hacerles ver que sin mi ayuda renqueante. Eso sí, no les cuento mi fatiga, no quiero que sepan lo que me ha costado esa hora de ayuda en la cola de los alimentos recibidos. Por fin todo parece estar OK, Begoña lo ha dejado todo en posición de salida: a la sopa de calabaza hay que bajarle el azúcar uno o dos puntos, al xarrete con receta de los viejos Vilas dicen los comensales que no hay que tocarlo y creo que tienen razón... si hubieran dado un poco más de solidez a la compañía líquida del guisado.

Pero... son las cuatro bien cumplidas y el café está asqueroso, es aguachirle o como se diga. La ue de Paz. Creo que está bien lo de mostrar el cariño que nos tienen: hemos trabajado mucho por ellos y, en cierto modo, nos lo han pagado ya con creces con la plena satisfacción que nos enseñan sus vidas. No son tiempos, sin embargo, para sólo los recuerdos; hay que compartir sus propias vidas; a veces un detalle vale más que mil palabras. Y en esta casa nacen todos los días flores que nos aromatizan la vida que nos encuentra por delante

26 dic 2021 / 01:00
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