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Momento de incertidumbre y escasez

    LA pandemia de coronavirus y la guerra de Ucrania, como ya se viene diciendo con reiteración, están constituyendo, sin género de duda alguna, dos hechos generadores de una grave inquietud y de un manifiesto empobrecimiento para una gran parte de la humanidad, a lo que se une, asimismo, la carencia de unos liderazgos políticos a nivel internacional que inspiren confianza y sosiego en orden a un ordenado desenvolvimiento de las relaciones públicas entre los diferentes Estados que conforman el mapa político mundial.

    El resultado, aún no definitivo a la hora de redactar estas reflexiones, de las últimas elecciones al Congreso y al Senado de los Estados Unidos de América, por más que parezca no querer arrumbar plenamente la política del actual presidente norteamericano, quien, no obstante y con enorme probabilidad, se verá privado de una mayoría parlamentaria en el Congreso, sin embargo, tampoco viene a comportar una victoria para su oponente, el expresidente Donald Trump, cuyo liderazgo al frente del Partido Republicano se debilita tras el resultado electoral obtenido.

    En otro orden de consideraciones y pese al repliegue experimentado últimamente por las tropas rusas, se habla ya de la imperiosa necesidad de parar el conflicto bélico en Ucrania por medio de un acuerdo de paz con Moscú, a lo que, parece, estarían invitando países europeos afectados indirectamente por esa guerra e, incluso, los propios Estados Unidos de América que no pasan por su mejor momento en el desenvolvimiento de su política nacional.

    Cuando se está advirtiendo un claro desplazamiento del liderazgo mundial de Occidente a Oriente parece claro que Europa y América no pueden ni deben quedar inermes o recreándose en sus luchas interiores, sino que, por el contrario, habrán de realizar un esfuerzo de cohesión, tanto interna como externa, a fin de mantener, en la medida que sea posible, la cuota de liderazgo que, por historia e incuestionable esfuerzo, les corresponde.

    En tal sentido, parece que habrán de cuidar con especial esmero el tema de sus respectivos liderazgos internos, a fin de poder mantener protagonismo a nivel internacional y, en este sentido, no es dable desconocer el debilitamiento que se llega a advertir en la dirección política de una buena parte de los países que conforman el entorno occidental. Desde el suspenso total que merece Putin al aprobado raspado de Biden, sólo destacan las puntuaciones logradas por Macron, Olaf Scholz o Ürsula Von Der Leyen quienes tampoco sobresalen en la puntuación.

    Cuídese, por tanto, la dirección de la res publica en nuestro entorno occidental, sin dejarla en manos de niveles intelectuales y políticos que se advierten, claramente, deficitarios y poco conducentes al mantenimiento de protagonismos políticos y sociales que por historia, cultura y trabajo se han ido forjando a través de los siglos. Occidente y Europa en particular no deben dejar de ser, por su historia y cultura, referentes ineludibles en el gobierno mundial y este es un reto que deben asumir las nuevas generaciones, aportando todo su esfuerzo para el mantenimiento de esa presencia que histórica y culturalmente corresponde.

    15 nov 2022 / 01:00
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