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|| leña al mono, que es de goma ||

Muermo lumínico y declive del Apalpador

AFIRMAN los expertos de la empresa Jetcost que Galicia, y sobre todo Santiago, es uno de los destinos más demandados por los europeos para celebrar las Navidades, aunque resulta bastante inexplicable que vengan atraídos por el inexistente derroche ornamental y festivo que se respira estos días en la capital gallega.

Hombre, pasear por el casco histórico de Compostela es un placer en cualquier época, también en diciembre, pero nuestra ciudad no destaca precisamente por volcarse en la celebración de las fiestas navideñas. Es más, la zona vieja está a veces más oscura que las golondrinas de Bécquer y parece como si tuviésemos miedo a ser bombardeados por la aviación rusa, todo ello pese a contar con un casco histórico ideal para decorarlo a lo grande y convertirlo, durante dos o tres semanas, en un espacio lleno de luz, música y ambiente familiar. ¿Qué nos encontramos, en cambio? Lo mismo de siempre. Un Obradoiro que podría lucir mucho más, una rúa de San Francisco que rebosa sosería, una Quintana sombría, unos cuantos pasillos de leds en las rúas más céntricas y cuatro adornos que, pese a ser bonitos, como las sombrillas de luces de O Toural o Cervantes, son escasos y repetitivos.

En cuanto al mercadillo de Carreira do Conde, las casetas son atractivas y los productos tienen interés, pero ni es el lugar más idóneo para montar un tingladillo de este tipo -parece que queremos que pase desapercibido- ni el número de expositores es lo suficientemente llamativo y variado como para atraer a un público muy numeroso. Lástima que no se instalase, multiplicado al menos por diez, en el casco viejo o la Alameda, como ocurre en cientos de urbes de Alemania, Bélgica, Suiza o Polonia (será que allí son unos horteras).

En fin, que todo lo relacionado con la Navidad es más que mejorable en una ciudad que, si no estuviese adormecida en todos los sentidos, podría dar sopas con ondas a otras muchas localidades europeas cuyos cuidados mercadillos y su agradable ambiente navideño son destacados en infinidad de catálogos de viajes y plataformas de Internet.

También Vigo aparece, por cierto, en la relación de ciudades que al parecer más interesan a los europeos para pasar unos días en Navidad, pero esa opción parece tener más sentido si analizamos lo mucho que se ha movido Abel Caballero, pese a las risitas que provoca entre los mediocres, a la hora de promocionar sus dominios. Alcanzado el éxito, ahora el alcalde vigués debería preocuparse en incrementar la vigilancia, porque algunos sufrimos fuertes tentaciones de desplazarnos allí con el único objetivo de mangar unas cuantas bombillas de colorines. Que la vida está muy achuchá y alimentar las lámparas cuesta una pasta.

rumbo a Cracovia. Hace unos días, una celebración familiar me arrastró hasta la bonita ciudad de Cracovia, la segunda más importante de Polonia. Muchas cosas llamaron mi atención nada más llegar, y todas positivas. En la magnífica plaza medieval del mercado, dominada por templos y edificios impresionantes, decenas de puestos navideños muy bien montados y decorados ofrecían productos de todo tipo a los visitantes, desde artesanía a bisutería, peluches, ropa, cuadros o regalos originales, mientras en otros muchos los responsables no daban abasto de servir salchichas a la parrilla, buñuelos, codillos, quesos, embutidos y hasta unos churros excelentes. ¿Eran todos los clientes guiris? En absoluto. Allí se podían ver infinidad de familias da terra, pandillas, montañas de jóvenes, niños y parejas de todas las edades. Hacía un frío del copón y a ratos llovía, pero a todas horas la animación era constante gracias a las actuaciones de músicos y grupos de baile que iban desfilando por un palco situado a un lado de la plaza.

La iluminación de todo el casco histórico estaba instalada también con un gusto excelente y se palpaba el esfuerzo realizado por todos los comercios, pubs y restaurantes para resaltar sus escaparates con arbolitos, guirnaldas, flores de pascua, estrellas luminosas, belenes y toda la pesca.

En cuanto a la limpieza, no se veía ni una sola bolsa de basura tirada en la calle (como en Santiago, je, je) y del transporte público mejor no hablar, porque da mil vueltas al nuestro a través de modernos tranvías que paran en marquesinas perfectamente equipadas para informar a los viajeros del trayecto a realizar y para expedir con enorme facilidad tickets en unas máquinas que informan en varios idiomas, incluido el español. Se ve que allí se han invertido mucho mejor los fondos dedicados a crear las llamadas ciudades inteligentes.

De todas formas, justo es de reconocer que en Santiago algo hemos mejorado a nivel navideño. Al menos, los admiradores del pesado Apalpador parece que este año están dando menos el coñazo... No se consuela quien no quiere.

19 dic 2022 / 01:00
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