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Mujeres, ¿por qué no hay más?

    HACE unos meses The New York Times destacaba que las mujeres en puestos de liderazgo estaban haciendo un gran trabajo a la hora de gestionar la pandemia, y se preguntaba ¿Por qué no hay más? Menos del 7 % de las personas que lideran el mundo son féminas y los resultados de su gestión han sido los mejores, quizás ¿es distinta la forma de ejercer el liderazgo entre hombres y mujeres? La primera ministra de Nueva Zelanda cerró el país cuando los demás estaban aún discutiendo si la COVID-19 era una gripe o algo más. Katrin Jakobsdóttir, consideró imprescindible un acceso universal a los test gratuitos de todos los ciudadanos, acompañado de un sistema de monitoreo automático desde el momento cero y los resultados de Islandia son incuestionables. Sanna Marin usó como nadie las redes sociales para hacer llegar el mensaje de cautela y uso de las medidas de protección a todos los ciudadanos, independientemente de su edad e ideología... y así podríamos seguir con otros ejemplos. Empatía, previsión y rapidez a la hora de tomar decisiones son el común denominador de esta gestión femenina, de la que no hay ninguna evidencia científica que se justifique por razón de género, pero sí una cierta correlación.

    Una reflexión semejante puede hacerse al hilo del resultado de las elecciones autonómicas en Madrid. Seis contendientes, tres hombres y tres mujeres, de los cuales ninguno de los candidatos masculinos sigue hoy al frente de sus formaciones: Edmundo Bal, de Ciudadanos, no ha obtenido representación en la Asamblea de Madrid; Pablo Iglesias ha dimitido y a Ángel Gabilondo le han impedido tomar posesión de su acta. Mientras, Ayuso “arrasó” al frente del PP, Mónica García se erigió como la candidata revelación al frente de Más Madrid y Rocío Monasterio salvó los muebles de Vox. Independientemente de la lectura que cada cual pueda hacer de una campaña electoral agria y enfangada hasta límites indeseados, la evidencia revela que las mujeres han entendido mucho mejor al electorado que los hombres. Ya lo decía Aristóteles, “somos seres sociales” no se puede entender a las personas fuera de su contexto.

    Pero, Isabel, Mónica y Rocío ¿han triunfado por ser mujeres? Evidentemente no, pero seguro que sí por haber ejercido un liderazgo femenino diferente del masculino. O acaso ¿recuerdan algún candidato que reconociese públicamente tener votos prestados como lo hizo Ayuso? O ¿alguno que tuviese el arrojo de la Sra. García cuando cerró la puerta en las narices al exlíder de Unidas Podemos cuando pretendió “engullir” a su Partido? Estas y otras mujeres que han llegado a liderar sus organizaciones han estado expuestas a muchos más obstáculos que sus homólogos masculinos, lo que les ayuda a moldear su estilo y a hacer su gestión más participativa y humana.

    Con todo, no ha lugar para la algarabía, la cita de los veintisiete en Oporto, tras el “sofagate”, ha supuesto un bofetón de realidad que devuelve a primera línea la brecha de género existente en la Europa del S. XXI. Van der Leyen ha hablado a un auditorio integrado solamente por hombres, ha sido la única en el balcón del ayuntamiento de la ciudad portuguesa, ella sola estuvo en la firma del compromiso social europeo que, paradójicamente, tiene entre sus objetivos impulsar la igualdad. Pero, ¿por qué se prescinde de la mitad del talento de una sociedad que se llama a sí misma avanzada?

    11 may 2021 / 01:00
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