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Multitudes

    LO siento. Quizá sea por ser originario de una aldea, donde aún pudiendo ser ocasionalmente muchos siempre éramos pocos. Quizá sea por eso. Pero no acabo de entender el gusto de la gente en formar multitudes, que ya es mucho más que ser muchos. Demasiados, me parece.

    Que se junten más de cien mil personas en un concierto, esté bien o mal organizado, que eso es otra cosa, y cualesquiera que sean los méritos de los actuantes e incidentes de andamiaje aparte, supera mi comprensión. Ahí, desde hacerse con una cerveza hasta simplemente caminar, por no decir también que mear, todo se vuelve difícil. Y ya no digo si la dificultad derivase de un imprevisto o de un suceso dañino. ¡No lo entiendo!

    Las informaciones que se difunden sobre incidentes acaecidos en eventos de ese tipo son muchas veces alarmantes y casi siempre ilustrativas de lo incómodo que resultan las aglomeraciones exageradas. Pero deben ser negocio. A ver si no como se explica que durante el verano lleguen a organizarse en España, según dicen, no mucho menos de quinientos conciertos de esos, a campo abierto, pudiendo coincidir, como sucedió la semana pasada, no uno ni dos sino tres en una misma provincia. Casi uno en cada pueblo, vamos.

    Definitivamente que si, que tiene que ser un buen negocio. Y la música, en cualquiera de sus estilos, que hay de todo, sirve como maravilloso hilo conductor de la energética celebración, no dejando de ser asimismo sorprendente que lo sea mejor cuanto más alternativas y extremadas sean sus propuestas estilísticas. Al negocio, parece, le va mejor cuanto más aparentemente lejanos le sean sus protagonistas. Ahí no parece que haya improductivas actitudes anti sistema: ¡todos están a ello!

    Y el negocio, no sólo para los organizadores directos del evento sino también para los bares y restaurantes de la zona, los que tengan hospedaje que ofrecer y hasta para los dispongan de una leira bastante ancha y plana para servir de aparcamiento o camping, para los vendedores ambulantes de bebida o bocadillos, yo que se, para muchos, puede repartirse.

    Y quien habla de esos conciertos multitudinarios también puede hacerlo de otra convocatoria dirigida a reunir no a cientos, ni miles, ni siquiera decenas de miles, sino hasta cientos de miles de personas en un sólo evento, como por ejemplo, la reciente peregrinación de jóvenes a Compostela, que también incluía, por cierto, un concierto de curas roqueros, y que puso de manifiesto que hasta los más pacíficos ciudadanos pueden agobiarse en la inmersión multitudinaria.

    Que es así, vamos, que las multitudes agobian. Si, ¿no?

    18 ago 2022 / 01:00
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