Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

¿Música y cultura otra vez politizadas por una contienda?

Ahora que en la catedral de Santiago pueden verse tantos detalles, gracias a las últimas reformas y restauraciones, casi parece anacrónico escribir sobre su historia. Presente y futuro tienen más fuelle.

Un gran conocedor de la catedral, A. López Ferreiro (1837-1910) dividió la historia del templo en diez volúmenes, dejando en prensa otro como obra póstuma.

Ferreiro se centró en lo que afectó de manera más inmediata a la vida interna del templo, pero no hay historiador ni musicólogo que no haya ido a buscar ahí datos e interpretaciones para otro tipo de investigaciones sobre Compostela.

En 1985 se puso en marcha una buena idea: conceder cada año a una capital de Europa el título de Ciudad Cultural Europea, siendo Atenas la primera en ostentarlo. En el año 2000, de tránsito al nuevo milenio, fueron seis las elegidas: Aviñón, Bergen, Bolonia, Bruselas, Cracovia, Helsinki, Praga, Reykiavik y Santiago de Compostela

Tener ese título conlleva programar actividades que muestren su honda cultura y su historia. En ese año se organizó el Festival Kraków 2000, desde una ciudad polaca con rica tradición, que centró su atención en la música del Códice Calixtino.

Quizás en Santiago estemos habituados a oír hablar de él o de analizarlo. Es loable que fuese una ciudad polaca la que, en ese emblemático año, pusiera a su disposición medios para un fin aparentemente tan distante a su cultura.

Conservo el folleto del concierto en Santiago y, además de aseverar que es bellísimo, con ilustraciones y folios en color de las melodías, se editó en varios idiomas contando con colaboradores cracovianos.

Contiene cuatro textos. Dos de ellos pertenecen a K. Lepkowska de la Universidad Jaguelona, la más importante de Polonia. Otro es de R. M. Zawadzki, miembro de la Academia Teológica Papal de Cracovia. Y el cuarto, más breve, lo firma el autor del proyecto, Maciej Kazinski.

Este último recuerda que la reconstrucción de la Misa incluida en ese concierto, extraída del Calixtino, había durado casi dos años de trabajo. En consonancia añado que, si difícil fue preservar, como se sabe, la tradición de los textos evangélicos, de igual modo lo fue la música de los primeros siglos del cristianismo.

Bien es cierto pues, como señala Kazinski, el siguiente hecho: La música, que al principio se transmitía por vía oral y después empezó a copiarse, nos ha llegado a través de los siglos en forma gráfica, para su ejecución. Los demás elementos (el ritmo, los ornamentos, las escalas y el carácter del timbre de la voz) necesitaban ser reconstruidos, para poder dar a la totalidad una forma homogénea, sometida al espíritu de la liturgia.

Para llegar a tal grado de precisión, buscaron en Santiago, Al-Sourian (Egipto), Córcega y Grecia, lo necesario para un resultado más fehaciente. Los cracovianos eligieron seis solistas y, al llegar al resto de las ciudades culturales europeas ya citadas, se le unieron coros locales apropiados a ese fin. En Santiago fue el Orfeón Terra a Nosa, dirigido por Miro Moreira el encargado de la interpretación en la catedral, el 10 de mayo.

Un trabajo de pura filigrana hasta dar con el punto exacto o, al menos, el más idóneo y cercano a la realidad en la que surgió y se copió cada pieza del Calixtino.

Cuando ahora Europa se empeña en desangrarse y dispersarse como si el pasado no hubiera existido, pienso que desde Cracovia y desde el resto de ciudades culturales europeas (ahora son 61) cobra todavía más significado un párrafo del autor del proyecto del 2000, que alude al canto pero es extrapolable a otras facetas del hacer humano: Cada una de las ejecuciones (...) tendrá un carácter particular e irrepetible, puesto que en cada una de las Ciudades existen tradiciones del canto específicas, enraizadas en la historia, y que darán a la ejecución un colorido distinto, propio de las respectivas regiones de Europa.

Cuando ahora Europa se tiñe de símbolos y distinciones, tanto en un bando como en el contrario, se está destruyendo esa unión que emana de los sonidos y de sus gentes.

¡Si ya se lee en El Quijote!:

- Señora, donde hay música no puede haber cosa mala.

Tampoco donde hay luces y claridad -respondió la duquesa.

- A lo que replicó Sancho:

Luz da el fuego, y claridad las hogueras, como lo vemos en las que nos cercan y bien podría ser que nos abrasasen; pero la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas.

Aun así, hoy se ponen fronteras y se restringen los espacios, politizando algo que es etéreo y se escapa a cualquier cerco. No se trata de privar de polonesas, romerías y demás festejos, sino de que no haya músicos alienados o condenados por un régimen adverso, o piezas vetadas en tales o cuales zonas.

Da ganas de cantar con Camilo Sesto: (...) ya no puedo más / siempre se repite esta misma historia.

Lo que ha unido el camino y la música (¡la Cultura!) que no lo haga la guerra ni el rencor o la impotencia que genera.

20 mar 2022 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito