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No hemos aprendido nada

    Sí querido lector, ha leído bien. Quién esto suscribe no es que esté vacunado del comportamiento y la actitud del españolito de a pie, el indolente españolito de memoria frágil e interesada para lo que quiere, esquiva y amnésica para los demás.

    Muchos han aseverado una y otra vez que esto nos cambiaría. Que el ser humano tras esta pandemia daría una vuelta de timón a su vida, sus actitudes, comportamientos, conductas. No lo creo, nunca lo he afirmado. A lo sumo me he conformado con que ojalá cambie a algunos, pocos y dentro de esos pocos algunos tengan capacidad de liderazgo y disposición a utilizar éste desde la ejemplaridad y la coherencia en la gestión o en la faceta por la que la vida nos lleva. Sí, nos lleva, no vamos, y cuánto antes seamos capaces de aprenderlo, mejor.

    Pobres y lástima del dolor que han sufrido las decenas de miles de familias que han perdido trágicamente a sus seres queridos en medio de esta locura.

    Pena que se agrava por la soledad de unos duelos que no han existido mientras el dolor te punza y atraviesa el corazón. Pero quiénes no han pasado por este trance, necesitan y apuestan por olvidar. Sí, por pasar página.

    Es la condición humana. Siempre ha sido así, instinto cruel pero lógico de sobrevivir obviando el dolor, lo trágico, lo que nos asusta y la pauta es amputarlo, erradicarlo de nuestras vidas.

    Autodefensa primaria y sicológica. Como bien decían hace unos días algunos sanitarios que han estado en primera línea, viendo la masificación de calles, paseos, playas y terrazas, si hubieran estado o visto una UCI no harían esto.

    Pero somos erre que erre, no aprendemos. Miremos solo a la historia, la de verdad, no la que algunos han reescrito. Así somos, así nos irá siempre.

    COMPORTAMIENTO POLÍTICO. Del comportamiento político, pueden decirse en esta crisis muchas cosas, y también exigirse muchas explicaciones, sobre todo por lo no hecho tempestivamente cuando había que haber evitado la situación, otra cosa son las decisiones tomadas y si las mismas acarrearán o no responsabilidad civil.

    Todo se andará. Pero estamos volviendo a la trinchera del cainismo, al lodazal y la polarización. La calle bulle, y los instintos primarios también. No es bueno el camino por el que nos estamos deslizando. No lo es. Pero no se quiere ver. A muchos interesan activar el altavoz de la contradicción, del enfrentamiento. Irresponsabilidades a partes iguales. El resultado no lo va a controlar nadie, al contrario.

    Pero menos mal que nos queda la esperanza de los sabios. Todos los partidos se nutren de sabios. Pero nadie nos define qué es sabio. Pretencioso vocablo, sin duda. Prefiero la sabiduría de nuestros abuelos y padres, esos que han sufrido la dureza de esta pandemia en carne propia sin apenas quejarse.

    No otras impostadas o que las poltronas y prebendas de lo público han fortalecido, pero ¿sabio de qué y por qué? ¿quién otorga tamaño título, el presidente o secretario de un partido? ¿una carrera o dos, o toda la vida en un escaño o de puesto en puesto nos hace sabios?

    MAESTROS, a diferencia de SABIOS. Hace unos días alguien escribía que maestro era aquél que con sacrificio, inteligencia, esfuerzo y humanidad le abría la puerta a sus discípulos y les decía: adelante. Y no reclamaban nada, ni medallas, ni aureolas evanescentes de una vanidad vacía. Me quedo con los maestros, no con los sabios.

    Porque en la vida si tienes suerte de puedes encontrar con algunos maestros, pero difícilmente con un sabio y menos con sabios. Pero vuelvo al principio, desgraciadamente me repito, no hemos aprendido nada. Y qué frágil es la memoria otra vez!

    Lástima, pero así es la condición humana, entre lo bueno y la banalidad del mal arendtiano.

    26 may 2020 / 23:15
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