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No mires arriba

    ¿CUÁNTAS veces habremos escuchado en boca de un político a lo largo de los últimos meses aquello de que toma decisiones en base a la evidencia científica y al criterio de los expertos? Son tantas que, como en el cuento de Pedro y el lobo, llega un momento que dejan de ser creíbles. Con esto no quiero decir que no sea algo positivo la evaluación y contrastación de las políticas públicas, sino que se ha convertido en un eslogan vacío de contenido.

    Lo cierto es que el momento actual se le parece mucho a la trama de una de las últimas películas que ha estrenado Netflix, No mires arriba. El argumento consiste en que Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), doctoranda de la Universidad de Michigan, descubre que un meteorito impactará en la Tierra en pocos meses, causando la extinción de toda la vida del planeta. Acompañada de su jefe de departamento, Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), acuden a la Casa Blanca, donde son ignorados por la presidenta, Janie Orlean (Meryl Streep), y por su hijo, con cargo en el ejecutivo, Jason Orlean (Jonah Hill), a quienes les preocupa más la repercusión económica y política.

    Los investigadores acuden a los medios de comunicación, en concreto a una cadena de televisión en la que los presentadores están más preocupados por el clickbait y por las noticias banales pero que suscitan más interés entre el público que el hecho de que el mundo se acabará en poco tiempo. Tan solo Mindy consigue repercusión y el estrellato porque sigue el juego de ese mundo que no distingue entre morbo y frivolidad e información y rigurosidad.

    Finalmente, consiguen ser escuchados por la clase política de Washington, pero no por el interés general de la humanidad, sino porque el cometa puede servir de distracción ante un caso de corrupción que afecta a la presidenta Orlean. Se diseña un plan para desviar el meteorito basado en el criterio científico hasta que hace acto de presencia el capitalismo de amiguetes, representado por la figura del magnate tecnológico Peter Isherwell (Mark Rylance). Se descubre que el cometa ofrece una gran cantidad de materiales valiosos por lo que paralizan la operación.

    En ese momento, se crean dos campañas que dividen y enfrentan a la población: por un lado, los que animan a mirar arriba y no ignorar la amenaza; por otro lado, los que piden que no mires arriba y hagas caso omiso a las advertencias de los primeros, ya que el meteorito no ofrece riesgos y sí muchas oportunidades de riqueza y empleo.

    Ante políticos que crean comisiones de expertos para su lucimiento y medios de comunicación que viven más preocupados de generar miedo que de ofrecer información sensata y rigurosa, necesitamos una población que se aleje de lo que describe Jano García en su último libro, El rebaño. Porque, aunque nos engañen y manipulen diciendo que no miremos arriba, tenemos la obligación moral de ser críticos y valientes.

    03 ene 2022 / 01:00
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